ROMPIENDO ENCANTAMIENTOS

Jazmín siguió justo detrás de ellas mientras que Anna, que estaba muy escéptica, seguía como un gato asustado.

Pasaron por las catacumbas y finalmente llegaron a una puerta que conducía a una larga escalera.

Era oscura y hueca y también era espiral.

Caminaron hacia adelante después de las dos brujas.

Anna agarró el brazo de Jazmín.

—No me gusta esto —dijo Anna—. Vamos a volver.

—Hemos llegado tan lejos como para volver —dijo Jazmín—. Necesito saber quién soy.

—¿Saber quién eres? —susurró Anna con dureza—. Cuando nos maten y nos usen para sus pociones, ¿ya no habrá necesidad de que sepas quién eres, verdad?

Jazmín negó con la cabeza. —Ellas no van a hacer eso con nosotras.

Anna soltó un resoplido molesto. —Estás tan segura de ellas. Como si las conocieras de antes. No conocemos a estas personas y deberíamos estar volviendo a casa.

Anna empezó a volver por las escaleras.

Jazmín la agarró del brazo.

—No vas a arruinar esto para mí, Jessica —advirtió Jazmín.