SALVADOR

Jazmín no estaba segura de si sentirse aliviada o temerosa de que fuera Xaden.

Por un lado, estaba contenta de saber que no era alguien que las hubiera tomado como cautivas y hecho algo peor, pero por otro lado, tenía miedo de lo que él le haría.

Bajó su hoja y respiraba agitadamente.

—¿Qué diablos haces aquí? —preguntó él mientras se acercaba a ella y la sostenía.

Sus ojos la recorrieron como si estuviera preocupado por ella, como si realmente le importara, como si quisiera saber si estaba bien.

Jazmín, que había dejado caer a Anna, sintió un repentino alivio al ser sostenida por él.

Su corazón saltó de alegría al saber que el hombre que amaba estaba aquí y eso significaba que no importaba cuán enfadado iba a estar con ella, al menos no era otro alguien.

Él tocó su brazo y sus dedos se encontraron con la sensación húmeda de sangre.

Sus ojos se elevaron hacia ella.

—¿Qué te pasó? —preguntó.

Ella negó con la cabeza. —Fue solo un rasguño cuando el caballo nos botó.