Jazmín despertó de repente, su cuerpo tenso antes de que su mente pudiera asimilarlo. La luz tenue de la mañana se filtraba a través de las cortinas de piel de animal, proyectando sombras suaves sobre las paredes de piedra de su habitación. El fuego en el hogar había disminuido, dejando solo un lecho de brasas brillantes, pero aún sentía frío. Una profunda e inquietante sensación de malestar mordía su estómago, la misma que la había atormentado la noche anterior.
Se giró de lado, presionando una mano contra su vientre, sintiendo el leve aleteo de vida dentro de ella. El bebé estaba quieto. Durmiendo, tal vez. Ajeno a la tormenta que había rugido durante la noche o al miedo que ahora envolvía el corazón de Jazmín.
Xaden ya debería haber regresado.