EL ERROR DE MARRO

Marro había estado confinado en la casa durante veinticuatro horas y su madre había puesto un ojo vigilante en él, asegurándose de que nunca se alejase demasiado.

Marro estaba tan angustiado y todo lo que podía pensar era en su amigo moribundo en el bosque.

—¿Y si ahora estaba muerto? ¿O lo habían encontrado?

Había intentado lo mejor para alejarse de casa, pero su madre había monitoreado cada movimiento, haciéndolo imposible siquiera hacer algo.

Estaba tan frustrado que le empezaba a picar la piel.

Ahora su madre le hacía hacer las tareas mientras su padre y hermano se iban con la manada.

Era ya sea lavar la ropa o fregar los pisos o lavar los platos.

Lo que sea que su madre le dijese.

Todavía estaba muy molesto con ella porque fue la razón por la que no se le permitía salir de la casa.

Ella le había dicho que no le diría a su padre y aun así lo hizo.

Apenas hablaba con ella.

Cuando ella le decía que hiciera algo, lo hacía sin siquiera quejarse o mirarla.