DAÑO COLATERAL

—¿Sabes qué? —dijo él mientras muy suavemente arrancaba la banda extraña de la mujer.

Ella jadeó.

—Creo que simplemente me lo llevaré de vuelta —dijo él.

Ella se sorprendió.

—¿Por qué quieres hacer eso? —preguntó ella.

—Creo que ya no estoy interesado. Eres demasiado cara para mí —dijo él.

Ella jadeó ante sus palabras. —Bueno... uhm... qué... está bien. Puedes dármelo por quince wolfang.

Y ahí estaba. Era un niño pequeño, pero conocía a los adultos lo suficiente. Ella simplemente quería que se quedara.

Ella abrió su palma para que él le diera la banda de muñeca.

Él sacudió la cabeza. —No, no te preocupes. Realmente ya no estoy interesado.

Ella jadeó ante él con incredulidad.

—Está bien diez —dijo ella.

—No, ya no lo quiero —dijo él y luego rápidamente añadió—. Gracias.

—Mira, no hacemos reembolsos. Una vez que pagues, no puedo darte tu dinero de vuelta.

Él sintió las miradas sobre él y comenzó a entrar en pánico.