ENCONTRANDO XADEN

Durante mucho tiempo, Marro no habló.

Se quedó en silencio en el claro, su pequeño pecho subiendo y bajando con respiraciones superficiales mientras miraba la pulsera en las manos de Jazmín. Estaba manchada y deshilachada, el cuero suavizado por el tiempo, pero palpitaba con memoria. Con pena. Con el último destello de esperanza.

Jazmín no dijo nada. Ella dejó que el niño tuviera su silencio, su mano descansando suavemente sobre la curva de su vientre. Kire se sentó junto a ellos, su cola moviéndose, sus ojos dorados agudos y escudriñando los árboles. El bosque a su alrededor estaba callado, como si incluso los pájaros no se atrevieran a interrumpir.

Finalmente, Marro levantó la mirada. Su voz, cuando llegó, era tranquila y, sin embargo, firme.

—Te llevaré —dijo.

Jazmín contuvo el aliento.

—¿Estás seguro?

Él asintió.

—Si él muere... y yo podría haber ayudado... entonces es como si todos hubieran muerto por nada. Mi familia entera y yo no podríamos vivir con esa culpa.