EL ENCUENTRO

El aliento de Marro venía en ráfagas cortas y agudas mientras se adentraba en la maleza, los arañazos pintando sus brazos y piernas como marcas de guerra.

El sol del mediodía se filtraba a través del dosel arriba, cálido y dorado, pero no ofrecía consuelo. No para él. No para un niño que no tenía hogar, ni familia, ni futuro al cual correr.

Tropiezo con una raíz, se recuperó y siguió corriendo.

No sabía a dónde iba, solo que tenía que seguir avanzando.

Si se detenía, los recuerdos lo alcanzarían. Y lo ahogarían.

Había visto a toda su familia muerta.

Lamentaba el hecho de que nunca volvería a tener una familia normal.

Todo fue por su culpa.

El Cazador Alfa había llegado como una sombra con colmillos.

Un monstruo disfrazado de lobo. Había destrozado su hogar, su manada, todo.

Y Marro, con solo once años, había entendido lo que significaba.

Ahora que lo había perdido todo, lo entendía mejor.

Ahora era solo un fantasma entre los árboles.

Solo.

Hambriento.