PRINCESA DESAPARECIDA

Marro corría entre los árboles como una sombra desencadenada. Su corazón latía rápido, no por miedo, sino por la urgencia palpitante en su pecho.

El amanecer apenas se extendía sobre el cielo, y las primeras líneas de luz cortaban a través de los árboles como delgadas hojas de plata. Sus pies descalzos levantaban tierra fría y hojas, y el viento susurraba recuerdos que había estado tratando de silenciar durante días.

No conocía el nombre del hombre.

No realmente.

Para él, era solo el lobo de ojos extraños que había sido arrastrado al claro, sangriento y roto, pero aún vivo.

Aún respirando.

Aún luchando.

Marro no sabía por qué lo había ayudado.

Perdió a su familia por él.

Todos estaban tras él.

Pero había visto la mirada en los ojos de ese hombre, el brillo inquietante de alguien que lo había perdido todo y que aún se negaba a morir.

No pudo dejarlo morir. No entonces.

Y debido a esa única elección… su mundo ardió.