Vanessa viene.
—La advertencia repentina de Selene me saca de mi siesta en el sofá de no estoy tan cansada. Ya sabes, ¿ese tipo donde te sientas y piensas, no estoy tan cansada, y te despiertas horas después? Sí. Uno de esos.
—¿Es sobre Ivy? —Mi voz es más un croar que palabras, pero afortunadamente ella puede sacar las palabras directamente de mi cabeza.
—Supongo que sí.
Mis músculos protestan mientras me muevo en el sofá, rígidos por dormir en una posición incómoda. Las garras de Selene hacen clic contra el suelo de madera mientras se dirige a la puerta, su pelaje plateado captura la luz tenue. Solo hay una lámpara encendida, lo que en retrospectiva podría ser la razón por la que me quedé dormida. Está demasiado oscuro aquí.
Unas rápidas y fuertes sucesiones de golpes suenan contra la puerta.
—Pasa. —Mi voz sigue siendo ronca. Una serie de estallidos acompaña mi estiramiento. Un alivio inunda mi columna vertebral, y toso para despejar mi garganta.