ANTES DE LAS PRUEBAS

El sol se elevaba sobre la cima del Pico de la Espada del Rayo, tiñendo de oro las paredes blancas de los edificios y los senderos de piedra pulida. La secta entera comenzaba su rutina. Desde lo alto, las montañas sagradas parecían respirar, cubiertas por una niebla tenue que se disipaba lentamente, como si se despertaran junto a los discípulos.

Chen Xiaotian caminaba solo por uno de los senderos laterales, su túnica roja ondeando con la brisa del amanecer. Había recibido un mensaje inusual esa mañana: el instructor Duan quería verlo en el patio central de entrenamiento. No se mencionaba el motivo, pero él lo intuía.

“Una evaluación. Quieren saber si valgo algo o si soy solo el juguete del maestro Yun Tao.”

No era paranoia. Era experiencia.

En cada novela que había leído en su vida anterior, un momento así marcaba el inicio del conflicto público del protagonista: lo obligaban a mostrar su talento… o lo destruían para alimentar el ascenso de otro.Él no era el protagonista de esta historia, y no tenía intención de convertirse en enemigo de uno.

“Mantén la cabeza baja, sé decente, no sobresalgas… y todo saldrá bien.”

Al llegar al patio central, lo recibió un bullicio controlado. Cientos de discípulos entrenaban bajo la mirada de decenas de instructores. El sonido del metal chocando, del Qi fluyendo y de las órdenes gritadas llenaba el aire. Era una sinfonía de disciplina.

Algunos discípulos lo notaron. Sus miradas se posaron en él fugazmente. A veces con curiosidad, a veces con indiferencia, pero ninguna con respeto.

Eso era perfecto.

—Chen Xiaotian —llamó una voz profunda y firme desde el otro extremo del patio.

El niño levantó la mirada. Allí, en el centro del área de instructores, se encontraba un hombre de complexión robusta, barba negra bien recortada, y ojos tan afilados como dagas. Su túnica gris claro tenía una franja azul en el borde: Instructor de nivel medio.

—Presente, instructor —respondió Chen Xiaotian, inclinándose con respeto.

—Sígueme —ordenó Duan Zhen, dándose la vuelta sin añadir palabra.

Sin rechistar, Chen Xiaotian lo siguió entre los caminos de piedra que cruzaban el patio. Mientras caminaban, pasaron junto a una plataforma donde un discípulo lanzaba ataques explosivos de tipo fuego, y otro grupo que practicaba posturas de espada en sincronía. Pero Duan Zhen no se detuvo.

Chen Xiaotian observaba de reojo cada grupo. Algunos discípulos poseían auras impresionantes, otros usaban armas refinadas que él podía reconocer como artefactos de rango espiritual.

“Este lugar está lleno de talentos. Uno de ellos podría ser un protagonista… o alguien con suficiente suerte como para parecerlo.”

Finalmente, llegaron a una sección más aislada del complejo de entrenamiento, flanqueada por columnas de piedra con inscripciones antiguas. En el centro, una plataforma redonda elevada por tres escalones, con cuatro artefactos reposando ordenadamente sobre su superficie:

Una piedra negra de evaluación de Qi.

Un muñeco metálico para pruebas de impacto físico.

Una tabla luminosa con círculos tallados: para medir velocidad de reacción.

Y un espacio rectangular libre, seguramente para evaluaciones de técnica.

Chen Xiaotian no necesitaba que se lo explicaran.

“Control, fuerza, velocidad, y técnica.”

El instructor Duan se cruzó de brazos y lo miró con frialdad.

—Tu maestro, Yun Tao, desea saber si estás aprovechando bien los recursos que te ha dado. También me pidió que determine si es momento de asignarte un tutor secundario o permitirte entrenar por tu cuenta.

Chen Xiaotian asintió sin expresión.

—Sí, instructor.

Pero por dentro, su mente giraba rápidamente.

“Es una trampa con guantes de seda. Si destaco, llaman la atención. Si fallo, me etiquetan como decepción. Solo puedo avanzar si me mantengo justo por debajo de lo que esperan de mí.”

Sabía cómo pensaban los cultivadores. Respetaban el poder… pero despreciaban el potencial sin resultados. Aún más, en una secta donde cada recurso asignado debía ser justificado.

Y él no podía darles una excusa para investigarlo más de lo necesario.

“Muestra estabilidad. No perfección. Falla donde no importa. Acierta donde se note el esfuerzo.”

El instructor Duan caminó hacia el borde de la plataforma y señaló con el dedo.

—Sube. Vamos a comenzar.

Chen Xiaotian respiró hondo y dio un paso hacia la evaluación, mientras su mano se deslizaba por el pomo de su espada, aún envainada. No como amenaza. Solo para recordar que estaba allí.

Subió los escalones y se posicionó en el centro, justo entre la piedra de Qi y el muñeco metálico.

El aire parecía más denso en ese lugar.

Miró hacia el cielo. No había nubes. El sol brillaba directo sobre él.

“Como si los cielos mismos me observaran.”

Pero no era el cielo lo que más temía.

Era ser visto por alguien que no debía hacerlo.

📜 Estado al inicio de la prueba:

[CHEN XIAOTIAN]Edad: 5 añosFísico: Físico del PrincipioLinaje: PrimigenioCultivo: Reino de Iniciación – Etapa 2 (Refinamiento Corporal)Nivel de atención externa: BajoPresión social actual: ModeradaRiesgo de exposición: Controlado

El instructor Duan dio la primera orden:

—Coloca tu mano sobre la piedra. Vamos a comenzar.

Chen Xiaotian obedeció en silencio.

“Hora de actuar… como si fuera común.”