Analizando orcus

-No vuelvas a ser eso, te lo pido...

Seguí vomitando sobre el árbol, todo fue demasiado enférmante, cuando todo dio un giro alrededor mío fue vomitivo, tanto que acabe haciéndolo.

Velaria solo se reía de mi, le parecía muy gracioso que no puede aguantar todo ese extraño movimiento. Hero no es que estuviera del todo bien, note un poco de náuseas en su rostro, pero nada más que eso.

-Si es normal, la primera vez también me pasó -dijo Hero.

-Orcus, su especie es demasiado débil, yo pensé que podrías aguantarlo mejor, al ocupar el mayus.

Intente decir algo, pero nuevamente tuve que expulsar todo.

-Gran siempre se mareaba en los parques de atracciones que se movían mucho, ahora que lo pienso, ¿Cómo es que no te mareabas en los autos?

¿Parque de atracciones?, ¿Autos? -preguntaba Vel mientras me sobaba la espalda con Hero.

-Son cosas de nuestro tiempo, el auto es un vehículo que te transporta, mucho más rápido que... Tal vez 200 caballos y los parque de diversiones, son lugares con atracciones divertidas con mucho movimiento algunos. Las personas suelen ir a pasar el rato ahí, pagando claro está.

-Lo del vehículo me parece interesante casi irreal en verdad, pero el parque me parece una tontería.

-Somos dos Velaria -dije finalmente ya repuesto. - 'Ahora cómo bajamos del árbol?

Vel me tomo en brazos, toco por el hombro a Hero y volvió a teletransportar hacia la tierra, está vez cerré los ojos para no marearme y funcionó a medias, la sensación de girones era horrible, pero al menos no vomité está vez.

Note que dónde aparecíamos, broto un poco de vegetación con honguitos y flores.

Le indique con el dedo a Velaria eso, y no tuve que decirle nada para que le respondiera.

-Un efecto secundario, ese hechizo ocupa el poder de la misma naturaleza, por eso solo puedo teletransportarme dónde hay grupos de árboles, al ocupar la naturaleza misma como fuente de energía, fertilizó el lugar donde aparezco y germinó la zona, haciendo brotar un poco de plantas, cómo esto.

-Eso es... Hermoso en verdad, la parte de teletransportarme aún no me convence, pero el resto es casi poético, una comunión con el medioambiente.

-Me alegro que te guste... Me gustaría poder enseñarte magia, pero no creo que puedas.

Ya era de que hiciera eso. Respiré muy profundo, estire una sábana desde mi interior, no recordé las palabras, aún así me imaginé la llama y paf una pequeña llama apareció en mi mano y desaprecio casi al instante.

Velaria quedó muda al ver lo que acaba de hacer y Hero, pese a que se lo habia contado, también se impresionó, yo di un paso y sentí como las fuerzas me querían abandonar solo por hacer eso y Velaria me ayudó a sujetarme. Cuando eso sucedió mire a mis pies y debajo mío la vegetación había muerto.

-Gran dónde aprendiste hacer eso? -Pregunto asustada Velaria.

-Me creerías que la diosa Morrigu, me enseñó a hacer eso, aunque estuvo sorprendida de que lo hice a la primera.

Sus ojos no mostraban felicidad precisamente, aun así me creyó sin poner en duda lo que le acababa de decir.

-Estas con alguien peligrosa Gran, y si no sabes hacer ese hechizo como corresponde podría matarte, lo que hiciste es magia del caos, antigua, según las leyendas, es la magia primordial de los dioses, a diferencia de la mía que esta en comunión con la naturaleza, la tuya la consume, prueba de eso es lo que murió a tus pies. Me gustaría decirte que no la ocuparas nunca más, pero si una Diosa te lo enseño, no, sobre todo Morrigu, entonces es mejor que aprendas a ocuparla como se debe, tu entrenamiento de mayus comienza aquí, quédate alrededor del lago por una hora, medita ocupando el mayus, lo más fuerte que puedas aguantar y mantenlo, la idea no es que sobrecargues, si no que expensas tu límite y entiendas de tu propia alma.

Yo quería meterme al agua, pero no creo que en este momento Velaria no iba a permitir con lo preocupada que estaba, así que tuve que ver cómo se desnudaban ambas y se metían a bañar...

-Como quieren que medite, con ustedes mostrando sus curvas, déjame ir con ustedes.

-No, mira hazlo lo que te digo y te daré una recompensa.

Por alguna razón, fue motivación suficientemente para que le hiciera caso, incluso Hero me suplico hacerlo.

Esos imbéciles se saltaron el entrañamiento, ya van a saber cuándo me los encuentre...

Supongo que por ahora iré a mirar cómo combaten esos orcus.

Me dirigí a dónde Willfest entrenaba a su gente, cada vez que me veía lo hacía con esos ojos de odio. Pero no hacía nada más que eso.

-¿Qué quieres elfa?

-Tengo nombre Willfest.

El hizo una mueca.

-¿Tata?

No pude evitar reírme de que el me acaba de decir Tata, estaba claro que se molesto y mi paripé hizo que todos se detuvieran a verme.

-Disculpa, mi nombre es... ¿Sabes qué? dime Tata, al fin parece que me quedare un tiempo por aquí, así que no es necesario ser tan formales Willfest.

-Como sea, Tata, no tengo problemas con que merodees, preferiría no verte, pero por ahora tengo que cooperar por órdenes de Gran y Lady Alice, aún así me gustaría que no interrumpirá los entrenamientos y quién les dijo a ustedes que podían parar, muévanse.

Los demás siguieron en lo suyo, los tenía muy bien entrenados o tal vez era que lo respetaban.

-Veo que dejas que cada uno desarrolle su estilo sin imponerles algo como lo suelen hacer lo de tu especie.

-¿Si, algún problema con ello?

-No ninguno, es mejor así, lo que no entiendo es porque no les as enseñado ese estilo tuyo a los demás, se nota que no les as enseñado a matar a los nuestros, ¿por qué?

Willfest se rasco la barba, por un momento pensé que le iba a insultar, por preguntar algo que por lo visto sentí como personal, pero después de una respiración profunda contesto.

-No te importa, pero me cansé del ciclo del odio, eso morirá conmigo, mis hijos no tiene porque heredar lo que se me obligó a aprender.

-Si no me entrometo más de la cuenta ¿Qué es eso que te obligaron a aprender?

-Si eres una entrometida, pero lo que me enseñaron fue a odiarlos a matarlos, sin razón, simplemente ustedes son los enemigos, pero tanto tiempo en guerra, me enseñó que estaba mal, pese que no puedo luchar con querer matarlos, puedo cortar ese rasgo de mi familia cuando yo muera.

Fue la primera vez de ese orcus que vi que esa rabia incontenible que mostraba desaparecía de sus ojos, simplemente quedo arrepintiendo, casi me dieron ganas de abrazarlo, solo por pena.

-Cada vez te encuentro más admirable Willfest, espero que logres conseguir lo que buscas y que tú corazón encuentre la paz que buscas, por el bien de mi raza.

-Si, eso espero también, no por tu raza, si no para que mis hijos no tengan que vivir lo mismo que yo, aunque creo que he fallado magistralmente, al menos no le tiene odio a los suyos.

-Eso es un comienzo, creo yo, a una cosa más la pequeña, no la otra, la muda, Gran me informo que su entrenamiento será compartido con el tuyo, mañana empezaré con ella.

Pensé que se molestaría, pero ese hombre solo se encogió de hombros, resignándose a que no podría ser mucho contra esa orden.

-Te molesta si le digo algo a la de pelo plateado, lucha con mucho miedo, tanto que tal vez podría hacerle daño a alguien.

-Si puedes ayudarla con ello Tata, bienvenida, pero que está conversación no te haga pensar que me agarradas.

Nuevamente me reí en su cara.

-No te preocupes el sentimiento es mutuo, descendiente de Marshall.

El me miro con asombro y miedo.

-¿Como sabes de eso? ¿Te lo contó Gran? Dime -pregunto furioso.

-Vueles cómo el, te mueves como el, ocupas sus movimientos, tienes esos mismo ojos de ira, no tengo dudas que eres su descendiente, luche contra el en más de una ocasión.

El rechisto, se alejo de mi molesto, me dio a entenderlo con su actitud que no le gustaba que le recordarán a ese hombre. Curioso, muy curioso, pero que más da.

Me acerque a esa mujer, entre más la analizaba me daba cuenta que atacaba por instintos, pero con miedo, tenía movimientos demás que podrían cortarle la vida.

-Detente mujer de pelo blanco.

-Mi nombre es Lay -dijo calmadamente.

-Lay entonces, ¿por qué abres tanto los codos al pelear?, tienes una espada bastarda, aprovecha su largo, no dudes y mantén tu mente en blanco.

Ella me hizo el caso en casi todo, con una simple corrección arreglo el problemas en su codo y comenzó a aprovechar el largo de su arma, pero seguía con ese miedo.

-Tu, chico muévete, déjame a tu hermana a mi.

El chico miro a su hermana a los ojos y se hizo a un lado

- Me llamo Roy, por cierto.