467- ¡Cuatro días!

Anaya sintió una luz afilada e incómoda atravesando sus párpados cerrados, como si...

—¿Como si alguien le apuntara directamente con una linterna?

—Urgh. ¿Qué está pasando? ¿Quién es?

Quería bloquear esta luz que le estaba dando dolor de cabeza. Instintivamente trató de mover el brazo para bloquearla, pero se sentía pesado.

No podía moverlo como si estuviera hecho de roca.

—¡Uh! —Un gemido escapó de sus labios cuando intentó moverlo nuevamente, y esta vez sintió que su cuerpo estaba hecho de plomo. Pasó la lengua por sus labios resecos.

—A-agua... —murmuró débilmente, su voz apenas un susurro. Intentó abrir los ojos y luego parpadeó varias veces cuando la visión no era clara.

Todo a su alrededor parecía un borrón.

Lentamente, las cosas comenzaron a enfocarse. Estaba acostada en la cama, y un familiar olor estéril llenaba sus fosas nasales.

Su mirada cayó sobre alguien sentado cerca de ella en una silla. Alguien familiar.