492- Invaluable

Los ojos de Rafael se abrieron, ajustándose a la tenue luz de la mañana que se filtraba por las cortinas. Giró la cabeza y encontró a Marissa mirando el rostro de su hija. Incluso en su estado de medio sueño, pudo detectar anhelo en sus ojos. Sus ojos se dirigieron a Aniya, que yacía acurrucada entre ellos. Su suave respiración se escuchaba claramente en la habitación.

—Estás despierta —murmuró, manteniendo su voz baja—. ¿Has dormido siquiera anoche?

Marissa no apartó los ojos de su rostro.

—He dormido, pero seguía despertándome para revisarla.

Rafael no podía culparla. No cuando él también hacía lo mismo durante toda la noche.

—Es tan hermosa —escuchó la voz de Marissa y apartó un rizo suelto de la frente de Aniya.

Suspiró cuando sintió un dolor agridulce en su pecho.

—Todavía no puedo creer que ella esté aquí.

Ambos se quedaron allí en silencio, sin querer moverse o hacer ruido.

—Debería preparar el desayuno —finalmente dijo Rafael, pero no intentó levantarse de la cama.