Jorge finalmente soltó su mano cuando llegaron a su oficina.
—Ariel estará aquí pronto —explicó y le ofreció un asiento en su oficina.
Abigail temía enfrentarse a Paige, pero se relajó un poco cuando una cara nueva la recibió con una sonrisa.
—¿Dónde está Paige? —le preguntó cuando él apoyó la cadera contra el escritorio y levantó el intercomunicador.
—Casi la despido —le sonrió—. No te preocupes. Puede vivir en el albergue hasta que encuentre un nuevo trabajo.
Abigail lo observaba cuando él colocó el receptor en la curva del cuello y pidió a alguien que trajera café.
—Te ves hermosa —finalmente dirigió su atención a su rostro y sonrió cálidamente—. Pero a quién quiero engañar, ¿verdad? Tu novio… el que acaba de regresar a tu vida ya te lo habrá dicho.
Abigail entrecerró los ojos y lo miró audazmente.
—No solo él, sino docenas de otros que ni siquiera son mis novios, me han dicho lo mismo —le dijo dulcemente revoloteando sus pestañas—. Igual que tú.