Amor en la biblioteca

Sin previo aviso, Zak introdujo su gruesa y caliente polla en mi agujero del amor. Tal como había dicho que lo necesitaría, mordí y chupé su dedo para amortiguar mis gritos. Duele... está siendo tan contundente. Sentí su polla enterrada profundamente dentro de mí antes de que se echara hacia atrás y saliera de mi agujero. Me dolía el orificio por su ataque mientras su gruesa polla me abría de par en par.

Zak me agarró el culo con más fuerza, acercándomelo más a él, antes de meterme la polla en mi húmedo agujero una vez más, esta vez con más fuerza, hasta que todo su miembro fue tragado por mi coño hasta la empuñadura. Su polla golpeaba todos los puntos dulces y sensibles de mi interior y yo sentía que me calentaba y mojaba cada vez más. El dolor disminuía y el placer puro empezaba a sustituirlo.