Soledad

Las yemas de los dedos de Lucas se detuvieron. Cerró el menú y llamó al mesero. —Quiero dos huevos al vapor de hibisco, pescado al vapor, cerdo guisado y un pollo picante.

Amelia agudizó el oído y se sintió aliviada al escuchar que había comida picante.

—¿Pediste tanto? ¿Puedes comer? —preguntó William.

Amelia se palmoteó el pecho. —¡No te preocupes, estoy aquí!

Lucas se burló y no dijo nada. Simplemente desgarró la cubertería desechable y la lavó cuidadosamente con agua hirviendo antes de ponerla frente a Amelia. Mientras comían, en otro lado...

De algún modo, Luna envió el zapato de la muñeca a pruebas. Al ver el informe de prueba que le devolvieron, se sintió como si la hubieran golpeado con un rayo. ¿Realmente tenía cenizas?

Luna estaba atónita. El informe de prueba en su mano cayó al suelo como copos de nieve.