Un cuarto de muñecas de papel

Después de un rato, el humo y el polvo se disiparon y quedó quietud en el interior. Cuando todos vieron claramente la escena del interior, ¡no pudieron evitar sentir escalofríos en el cuero cabelludo! Vieron que la habitación estaba llena de muñecas de papel. ¡Muñecas de papel llenaban la habitación! Algunas estaban en la puerta, otras colgadas en la pared, y algunas caídas en el suelo. Sus caras eran pálidas y tenían un círculo de rubor rojo brillante en sus mejillas. Pares de ojos los miraban fijamente, y había una extraña sonrisa en sus labios.

William estaba tan asustado que se le debilitaron las piernas. Tartamudeó —Esto, esto, esto... El patio trasero no es donde viven las chicas. ¿Cómo puede haber muñecas de papel...?

Amelia miró alrededor con cautela, sus pequeñas orejas se alzaron como las de un gato. No sintió nada. El cuarto realmente parecía estar lleno solo de gente de papel.