El fantasma desafortunado estaba exasperado. —¡¿Qué estás haciendo?!
El fantasma coqueto sostenía una nota blanca en su mano y dijo con desdén —¿Has olvidado cuántos caramelos me debes justo ahora? Devuélveme este. Todavía quedan tres. Con eso, flotó dentro de la Calabaza de Recuperación de Almas.
El fantasma cobarde le dio una palmada en el hombro al fantasma desafortunado y le recordó —Todavía me debes tres.
El fantasma desafortunado: "…"
Amelia trotó de regreso a la habitación, gritando —Siete, ¿dónde estás? Era tan extraño que hoy no viera a Siete ni a Oro al regresar. ¿Podría ser que Siete hubiera secuestrado a Oro?
Mientras Amelia pensaba esto, vio a Oro y a Siete mirándose el uno al otro en el alféizar de la ventana.
—¿Qué están haciendo? —Amelia se inclinó sobre el alféizar y los miró con curiosidad.
Las alas de Siete temblaban —Está entumecido... Está entumecido... —dijo él.
Amelia estaba confundida.