Sin embargo, Ji Yan, quien siempre había sido indiferente al mundo, parecía haber caído en un ensimismamiento cuando Shen Hanxing pellizcó su mejilla. Era como una copa llena de vino fino. Uno podía embriagarse con su encanto con solo mirarlo. A Shen Hanxing le gustaba que él siempre fuera tan tolerante con ella.
—¿Importa lo que piensen los demás? Solo me importas tú —la cara de Ji Yan era indiferente mientras decía—. La fuerza lo es todo. El mundo de los negocios es para obtener beneficio. Sin fuerza, por más que sonrías, no podrás obtener respeto —él sabía de la cruel realidad de este mundo desde hace tiempo. Cuando entró al mundo de los negocios a los 19 años, parecía difícil de engañar manteniendo una cara fría. Esos hombres de negocios astutos que tenían edad suficiente para ser sus tíos temían cuando conspiraban contra él. Ahora, ya no necesitaba sonreírle a nadie. Con su estado actual, no tenía que hacer concesiones.