—¿Qué bien. ¿Cómo puede la señora Ji ser tan confiada? Es como si nada en este mundo pudiera molestarla. ¿Cómo tomó su decisión tan calmadamente? ¿Cómo pudo seguir brillando cuando venía de los barrios bajos? ¿Nunca tiene miedo al fracaso? ¿Alguna vez se sintió inferior y avergonzada? ¿Obtuvo este valor después de casarse con el Presidente Ji? ¿Es por el apoyo de la familia Ji? ¿Podré alguna vez llegar a ser una persona así? Ella es tan hermosa y encantadora. —pensaba Qiao Xi mientras lloraba.
—Gracias, señora Ji. Te lo debo a ti —ella miró a Shen Hanxing y la agradeció con voz entrecortada. Aún tenía que descubrir qué hacer, pero tenía un presentimiento vago de que este era un punto de inflexión importante en su vida. Quizás a partir de este momento, un nuevo mundo se abriría ante ella. Daría la bienvenida a un futuro diferente.
—Tonta —la sonrisa de Shen Hanxing se amplió mientras le pasaba un pañuelo—. Es algo bueno, ¿por qué estás llorando? Apresúrate y sécate las lágrimas.