La habitación entera estaba llena del aroma suave y calmante de la lavanda.
Yuexi se durmió en el aroma de la lavanda.
Gradualmente, parecía que había vuelto a la familia Jiang.
En cuanto Yuexi entró, vio a Nianzhen en casa.
—Mamá, ¿por qué estás aquí? —Yuexi miró a Nianzhen sorprendida. Su rostro brillaba, como cuando aún era la Señora Jiang.
Su cabello negro estaba atado detrás de su cabeza y arreglado meticulosamente. Su rostro era rosado y su piel delicada. Era obvio que tenía dinero para gastar.
Nianzhen estaba sentada en el sofá. Cuando vio entrar a Yuexi, tenía una sonrisa amable en su rostro, como Yuexi recordaba.
Al escuchar las palabras de Yuexi, Nianzhen se sorprendió ligeramente. Luego sonrió y dijo con desdén:
—¿Qué estás diciendo, niña? Si no estoy en casa, ¿dónde podría estar?
—¿Tú y Papá... están bien?
—Claro, ¿por qué no? —Nianzhen se levantó y se acercó a Yuexi. Alzó la mano y tocó su frente—. No estás enferma. ¿Por qué dices disparates en cuanto vuelves?