—Confía en él —Aries alzó las cejas incrédula ante la respuesta de León.
—Si prometes confiar en él y no hacer nada estúpido, concederé tu solicitud de entrar sin ser notada —León observó su expresión, y aun sin hablar, ya la había devastado—. Si confías en él, me escucharás. Sea lo que sea que veas allí dentro, no grites, no hagas ruido, ni hagas nada estúpido. Aprieta los dientes y confía en él. Dame tu palabra.
—Aries se llevó la mano al pecho, pero no pudo apartar la mirada de él—. ¿Qué debo esperar?
—Lo peor.
—¿Y quieres que apriete los dientes?
—Asintió una vez—. Solo entonces te daré la oportunidad de cómo tú... complicaste su vida.
—¿Yo? —Aries soltó una risa seca, pero no tenía energía para discutir con él—. Miró la puerta por un minuto, frunciendo los labios en una línea delgada. Cuando volvió a mirar al hombre, Aries asintió en señal de acuerdo.