Déjalo ir

Momentos antes del tiempo presente...

—Abran la puerta —Aries rasguñaba la puerta con las yemas de sus dedos ensangrentadas después de golpearla repetidamente con el puño—. Abel...

Las lágrimas habían estado nublando su vista, la impotencia dominaba su corazón. Su rostro se contorsionaba mientras reprimía el grito que tentaba escapar de su boca.

Aries siempre había sabido que el Imperio Haimirich y Abel eran diferentes. Siempre había sabido que su vida sería diferente, pero era ingenua al pensar que sería fácil si tan solo abriera su corazón. Obviamente, decirlo era más fácil que hacerlo.

¿Qué podía hacer una humana como ella? Frente a esos vampiros y otras criaturas, ¿qué podía hacer para proteger a Abel? Tan solo podía llorar y suplicar patéticamente, pero sin ningún resultado.