Sorpresa

[ Palacio Imperial ]

Conan corría por el pasillo apresuradamente, jadeante, cuando abrió la puerta de golpe. Su acción, aunque abrupta, no sorprendió al emperador.

Sentado detrás del amplio escritorio para acomodar montañas de documentos, Abel levantó lentamente la cabeza hacia la puerta. Inclinó su cabeza hacia un lado, notando el rostro pálido de Conan.

—¿Malas noticias? —preguntó, alzando una ceja.

—Su Majestad. —Conan se aclaró la garganta y se acercó rápidamente al escritorio, apoyando ambas manos en la superficie del mismo—. Morro ha vuelto.

La voz temblorosa de Conan hizo cosquillas en una parte del corazón de Abel. Su presentimiento le decía que se preparara para lo que su vasallo aún no había dicho.

—¿Y el Marqués? —preguntó Abel, observando el repentino miedo que parpadeó en los ojos de Conan. Justo en ese momento, Abel ya había adivinado lo que Conan estaba a punto de decir.