—Aunque soy consciente de que apenas se sostenía del último hilo de vida, sus órdenes eran absolutas. Él se preocupa por mi señora y considera su vida mucho más importante que la suya —Aries soltó una risa tenue y seca. Aquellos comentarios que Gustavo había hecho, especialmente el último, dejaron un dolor indescriptible en su corazón. Ella era consciente de eso, pero oír esas palabras de otro aún dolía.
—Con la ausencia de Su Majestad, solo yo soy capaz de protegerte si alguien se aprovecha de la ausencia de Su Majestad —explicó, manteniéndolo corto y simple—. Además, eso es lo menos que podría hacer.
El silencio siguió a los comentarios de Gustavo, ya que ninguno de los dos habló durante minutos. Aries mantuvo sus ojos en Dexter, frotándole la mano para mantenerlas calientes. Lágrimas brillaban en sus ojos, pero no tenía suficientes como para romper a llorar.