El sonido de campanas acariciaba los oídos de Aries, de pie bajo el árbol de tilo donde once mujeres estaban ahorcadas. Cada una de ellas tenía cascabeles colgando de sus dedos de los pies, tintineando cada vez que el viento las atravesaba.
Aries había estado en este sueño muchas, muchas veces. Pero cuando levantó la cabeza, profundas líneas aparecieron entre sus cejas mientras su boca se abría. En las visiones pasadas, nunca había visto los rostros de las mujeres colgadas en este árbol. Todo lo que podía recordar era el vestido sucio y desgastado que llevaban.
—Esa niña y esa anciana… —susurró Aries, sus ojos permanecían en la familiar niña pequeña y la anciana que se balanceaban junto con la ráfaga de viento. Miró hacia atrás para comprobar si esas dos estaban de pie en el lugar donde solían estar mientras la miraban en silencio.
No estaban allí.