El escenario está listo

Durante los primeros tres días desde la llegada de Maximus, Abel tuvo que acompañarlo por formalidad. Era una visita diplomática y todo se hizo de manera formal y de acuerdo con la ley de Haimirich. Aun así, la gente del palacio ajustó algunas prácticas que podrían ofender al distinguido invitado.

La única persona que no se vio afectada por estos cambios ni por los horarios ocupados de todos fue la emperatriz.

—Escuché algunos susurros sobre el cierre del Palacio de las Rosas —informó Suzanne a Aries, quien disfrutaba su té matutino en la cancillería de la emperatriz—. Tu ausencia ha tenido un impacto en esta visita, Su Majestad. Prolongarla podría ponerte en una posición terrible, sin embargo.

Aries colocó cuidadosamente la taza de té de vuelta en el platillo.