Debe Renunciar

Lana quedó atónita al ver esa figura familiar en la sala de reuniones. Pero lo que más la impactó fue que él emitía un aura muy diferente mientras estaba allí de pie. Toda su persona había cambiado y no se parecía en nada a como solía ser delante de ella.

Él estaba allí como un hombre rico que poseía a todos en la sala. Con los ojos cubiertos por gafas oscuras, sonrió con suficiencia mientras giraba la cara hacia Lana y se quitaba las gafas para mirarla a los ojos.

—Sí, yo. ¿Qué pasa? ¿No se permite a los accionistas con más acciones estar en esta reunión de la junta? —dijo él.

—¿No es él el ayudante de paralegal en quien la Señora Huang siempre confiaba? ¿El abogado recién contratado? —comentó alguien entre los miembros de la junta en un tono sarcástico.