Daryl apretó los dientes y le lanzó a Liam una mirada ardiente antes de terminar su té y levantarse para regresar. Al llegar a la puerta se detuvo, se giró y le dijo a Liam —¡Ohhh! Por cierto, no todos son tan generosos como el señor Sy, que esperó todo un año solo para ser seducido y asaltado por ella todos los días.
Liam se quedó helado en sus palabras y antes de que pudiera tomar algo para lanzárselo a Daryl, el bruto salió corriendo y cerró la puerta inmediatamente detrás de él.
—Ese bastardo... Huelo algo sospechoso. Veamos cómo lo manejarás... o debería decir, cómo cuidarás a tu nueva asistente? —murmuró Liam con la boca torcida.
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Daryl, con los hombros caídos, caminó con pasos pesados de regreso a su oficina. Estas eran las molestas consecuencias de tener un jefe al que seguir.
—¡Tal vez debería renunciar y montar mi propia firma! —despreció antes de entrar en su oficina.