—Entonces, si llega el verano, ¿debería tirarse esta prenda de ropa?
—... —Adam Jones estaba cavilando. Su esposa estaba cavando una trampa, y él casi cae justo en ella.
—¡Imposible! Cariño, esta ropa es cálida en invierno y fresca en verano, no se puede tirar.
Al escucharlo hablar tan seriamente mientras era astuto, Elly Campbell rodó los ojos hacia él sin buen humor. Se había vuelto inmune a las frecuentes declaraciones de lealtad de Adam Jones.
Después de escucharlo, ella no reaccionó mucho, simplemente dijo:
—Entonces si un día tengo un desacuerdo con Harry Hall, tienes que estar de mi lado.
Tan pronto como Adam Jones escuchó esto, supo que su esposa iba a apoyar a esa mujer Helen Melendy otra vez, lo que le causó bastante disgusto.
—¡Que Helen Melendy se encargue de sus propios problemas, no te metas con ella!
—... —Elly Campbell permaneció en silencio.
Una vez más, frente a la dura mirada de su esposa, Adam Jones pronunció a regañadientes: