Aumentando de peso

Esta sensación le resultaba muy familiar. —¡Su Yang sabía que le habían drogado!

Su cuerpo estaba extremadamente caliente. Su Yang, con las manos y los pies atados, solo podía frotar su cuerpo contra la silla. Sus piernas se retorcían constantemente, tratando de encontrar distintos ángulos para aliviar su deseo.

Ya estaba empapado en sudor. Su Yang ya no podía soportar el temblor constante. No pudo evitar gruñir y maldecir, pero nadie le prestaba atención.

Justo cuando Su Yang sentía que iba a ser torturado hasta la muerte, la puerta se abrió de golpe.

La luz era algo deslumbrante. Cuando Su Yang la vio claramente, sus ojos se abrieron de horror instantáneamente.

Siete u ocho mendigas con ropas harapientas, piel envejecida y diferentes físicos lo miraban con sonrisas en sus caras.

Su Yang entendió al instante lo que el grupo de personas quería hacer e inmediatamente empezó a lamentarse.

—No, ¡no! ¡No! Ah...