¡Métete en la cama!

A una edad tan joven, él vio cómo sus familiares se mataban unos a otros y caían en un charco de sangre. La escena tuvo un gran impacto en él, haciéndole sentir como si no pudiera respirar. Los ojos de Xie Shihao se abrieron y una capa de sudor frío apareció en su frente.

Miró la hora en su teléfono. Ya era la una de la madrugada. Después de pensar un rato, cogió su teléfono y marcó un número.

Gu Qingye dormía profundamente, pero fue despertado por el sonido de su teléfono vibrando. No tenía el hábito de apagar su teléfono normalmente. Tomó el teléfono con ojos soñolientos y vio un montón de mensajes apareciendo en la pantalla.

—Qingye, ¿estás dormido?

—Qingye, si aún no estás dormido, ¿puedes charlar conmigo?

—Oye, Qingye, ¿realmente estás dormido?

—No, definitivamente no estás dormido a esta hora, ¿verdad? ¡Qingye!