Que Tengas una Buena Reunión Contigo

—La mano de Feng Qing parecía haber crecido sobre el pijama del hombre. Sus dedos delgados y suaves dibujaban círculos en el pecho del hombre un momento y caminaban sobre su muslo al siguiente. El tacto delicado y suave era como el de un pequeño gatito mimado en sus brazos. Quería ver cuánto podía aguantar este hombre.

Para despertar por completo el deseo en el corazón del hombre, Feng Qing simplemente tomó la iniciativa de besarlo. Su boca rosada y ligeramente fría besó la cara y el pecho del hombre sin recato. En poco tiempo, el corazón de Xie Jiuhan comenzó a acelerarse y sus ojos a tornarse rojos. Sabía muy bien que esta mujer estaba jugando con fuego. Por eso, dijo:

—¿Sabes lo que estás haciendo?

La voz de Feng Qing era suave y dulce:

—¡Te estoy seduciendo!