Está Pasando

Anastasia llegó a la cima de la montaña con Julián, Alex y varios hombres de Alex. Cuando la furgoneta se detuvo, ella bajó, su mirada afilada fija en la cueva que tenían delante. El aire era fresco, llevando el suave susurro de las hojas del denso bosque que los rodeaba.

Era el lugar perfecto: remoto, oculto por los árboles espesos y envuelto en la oscuridad. Nadie sospecharía que un comercio ilegal estaba teniendo lugar aquí en plena noche.

—Está bien, repasemos el plan una vez más —comenzó Julián, su tono firme y estable—. Anastasia entrará disfrazada de camarera —dijo, girándose hacia ella—. Sus ojos incisivos se encontraron con los de ella, asegurándose de que comprendía la gravedad de la tarea.

—Tú vigilarás a los clientes mientras manipulamos las cámaras de CCTV. En cuanto veas a alguien acercándose a la sala de grabaciones, toca tu auricular y avísanos inmediatamente —dijo.