"El Plan de la Broma y el castigo"

"Bueno, señor Flamel, su trabajo es limpiar todos los trofeos de la vitrina. Y no se vaya del lugar, el señor Filch lo observará de vez en cuando para ver que haga su trabajo. Y recuerde, sin magia. Buena suerte," dijo McGonagall mientras se daba la vuelta para irse.

"Esto va a ser fácil," *silbó* Stephen mientras limpiaba, cantando una melodía festiva.

Pero de pronto, se escuchó el grito de Filch y una sonrisa burlona de otra persona.

"¡Pevees, maldito! ¡Te dije que dejes de ensuciar los pasillos!" gritó Filch antes de que una bola de barro le diera en la boca.

"Jajajaja, Filch apestoso, tienes la boca sucia, jajaja," decía Pevees mientras se metía en una de las paredes.

Al ver que Pevees se había ido y no podía hacer nada, Filch fue a limpiarse, no sin antes advertir a Stephen. "Quédate aquí, niño, ya vuelvo. Ni se te ocurra escabullirte."

Luego de un rato de silencio, mientras Stephen seguía limpiando las copas, dijo para sí mismo: "Mira aquí está el premio de Voldy, quien iba a pensar que un buen estudiante se volvería tan feo."

De repente, sintió que algo volaba hacia él a sus espaldas. Reaccionó rápidamente moviendo la cabeza hacia un lado, esquivando lo que parecía ser una bola de barro. Acto seguido, varias bolas de barro se dirigieron hacia su cara, las cuales esquivó fácilmente moviendo su cabeza.

"Aaaagh, niño tramposo, deja de moverte," gritó Pevees, tratando de hacer una broma pesada a Stephen.

"(Pevees, mm? Jaja, creo que tengo una idea)," pensó Stephen mientras seguía esquivando las bolas de barro y miraba fijamente a Pevees hasta que mostró una sonrisa bastante tenebrosa, que incluso hizo que Pevees se detuviera un segundo.

"Oye, Pevees, ¿cierto? Eres una decepción para los fantasmas bromistas," dijo Stephen burlándose de Pevees.

"¡Qué! Niño tramposo, ¡Pevees es el mejor bromista, cállate!" dijo Pevees con ira mientras aumentaba la velocidad de lanzamiento.

"Bien, bien, ya tranquilízate. Aunque eres decepcionante, tengo una manera de ayudarte a hacer la mejor broma de todos los tiempos," decía Stephen mientras mostraba una sonrisa. Esto parecía llamar la atención de Pevees por un segundo.

"Pevees no cree que una broma sea mejor que las de Pevees," aunque Pevees parecía no creer, todavía se sentía intrigado por lo que Stephen quería decir.

"Ven, deja esas bolas de lodo. A todo esto, ¿de dónde sacaste tanto?" preguntó Stephen mientras observaba la reserva de lodo detrás de Pevees.

"Del invernadero, hay mucho lodo."

"(Espero que no haya dañado las plantas de la profesora, aunque nunca la vi enojada.)"

"Bien, ven, el plan es fácil," dijo Stephen mientras ponía su mano en los hombros de Pevees, haciendo que este se sobresaltara.

"¿Tú, tú cómo puedes tocar a Pevees?" dijo Pevees sorprendido.

"No hagas caso a pequeñeces. Ven, dime, ¿por qué, como fantasma, en vez de asustar a la gente, haces bromas tontas?" preguntó Stephen a un Pevees todavía un poco sorprendido por el toque.

"Las bromas de Pevees no son bromas tontas. Y en el castillo viven muchos fantasmas; ya nadie tiene miedo," dijo Pevees mirando a Stephen como si fuera un idiota.

"Eso es porque no sabes cómo asustar. Estás desperdiciando potencial. Ven, yo te enseñaré," dijo Stephen mientras caminaba hacia otro de los pasillos donde pasaba gente y detrás lo seguía un Pevees con sospecha y curiosidad.

Sobre las palabras de Filch antes de irse, Stephen ni siquiera prestó atención.

"Mira, observa," dijo Stephen mientras con transfiguración creaba una muñeca pequeña con los restos de lodo de Pevees.

Luego observó hacia los lados, la dejó contra el pasillo y le dijo a Pevees que se escondiera.

"¿Y ahora qué? ¿La muñeca estallará en mil pedazos?" preguntó Pevees impaciente.

"No, tonto. Observa, ahí viene alguien." Mientras se escondían, vieron a una estudiante mayor de Ravenclaw acercarse.

"Qué linda muñeca. ¿Quién la habrá dejado aquí?" dijo la joven mientras se inclinaba a agarrar la muñeca.

"¡Vaya, está hecha de barro, qué asco!" Cuando tocó la muñeca de barro, ensució su mano. Se volvió a levantar para limpiarse con su servilleta. Y cuando miró hacia la muñeca, esta ya no estaba.

Extrañada por un segundo, la joven sacudió la cabeza pensando que era una simple broma. Hasta que se dio vuelta para seguir su camino y la muñeca estaba a un metro más adelante.

La joven caminó con sospecha, alejándose un poco de la muñeca mientras la observaba fijamente por si pasaba algo. Pero luego de dar unos pasos y ver que nada pasaba, dejó de mirarla para mirar al frente. Y ahí estaba otra vez la muñeca.

La chica miró rápidamente hacia atrás, donde la muñeca ya no estaba, y volvió nerviosamente la mirada hacia el frente, donde ahora la muñeca estaba aún más cerca.

Entonces, asustada, sacó su varita mientras apuntaba a la muñeca. Y justo cuando estaba por decir un hechizo, la muñeca movió su cabeza, que se estaba derritiendo en lodo, para mirar a la niña, la cual, con un grito asustado, se fue corriendo. "¡AAAAAAAAAH!"

"Jajaja, ves Pevees, así se hace, y encima no dañas a nadie (físicamente)," decía Stephen mientras miraba a Pevees que estaba flotando y riendo como loco.

"Convenciste a Pevees, Pevees quiere hacerlo también," dijo Pevees mirando el potencial de bromas de miedo.

"Bien, Pevees, acércate. Yo te diré las famosas bromas de payasos que serán un furor este año." Y así se creó la peor hermandad de las bromas, a la que luego se unieron los gemelos. Y todo esto solo porque el profesor Snape quiso castigar a Stephen, algo de lo que todos los profesores echarían en cara.

Un par de meses después, la hermandad de las bromas se hizo muy conocida en el campus. Pero los maestros no podían hacer nada, ya que nadie salía herido, pues Stephen planeaba hasta el último segundo para encargarse de eso.

Aunque los profesores siempre se llenaban de quejas, solo podían decirles unas palabras a los chicos y nada más. Esto se ganó la admiración de los gemelos, ya que siempre por sus bromas terminaban castigados.

"Bien, muchachos, hoy va a ser la broma del payaso asesino. Fred, ¿conseguiste una sandía?" dijo Stephen al grupo.

"Aquí está, jefe. Se la pedí a los elfos domésticos en la cocina," respondió Fred.

"George, ¿la ropa de payaso?"

"Hecho, jefe. Le pedí ayuda a algunos alumnos mayores."

"Bien, Pevees, tú te encargas de asustar a la gente para que se acerque, ¿entendido?"

"¡Fácil! Todos temen a Pevees y corren cuando los miro fijamente, jajajaja," dijo Pevees con alegría, ya que estos meses se hizo un nombre y una leyenda. En la que si alguien es observado fijamente por Pevees por mucho tiempo, tendrá desgracia.

Y tan equivocado no estaba, ya que, si te observaba Pevees, era porque algo estaba planeando.

Luego de que todo estuviera en su lugar, Pevees pudo espantar a un grupo de estudiantes hacia la trampa.

Cuando iban caminando apresurados para que Pevees no los siguiera, vieron a unos metros a una persona tirada. Y luego vieron a un payaso con un gran mazo que se acercaba.

Esto hizo que el grupo se detuviera sin comprender qué estaba pasando, y antes de que alguien pudiera decir algo, vieron con horror cómo el payaso levantaba el mazo y golpeaba la cabeza de la persona tirada, haciéndola explotar en mil pedazos.

"¡Aaaaaaaaah!" "¡Ayuda!" "¡Un asesino!" gritaron algunos. Incluso el único varón se desmayó, mientras que las chicas valientes rápidamente sacaron sus varitas y empezaron a lanzar hechizos por todos lados.

Los hechizos fueron esquivados fácilmente por el payaso, que no era otro que Stephen.

Luego de unos hechizos fallidos, una de las chicas finalmente recuperó la cordura y gritó:

"¡Stephen, maldición, eres tú!" Era Angelina, una de las chicas de Gryffindor que reconoció los movimientos excepcionales que mostraba a veces Stephen en sus entrenamientos.

"J

aja, hola Angelina, ¿todo bien? ¿Qué andaban haciendo, chicos?" preguntó Stephen mientras se sacaba la máscara como si nada pasara.

"Maldición, ¡nos asustaste!" "¡Cabeza de asno!" "Sí, tonto." "Aunque incluso así vestido se ve bien," gritaron las chicas detrás de Angelina, aunque algo raro se mezcló de fondo. Todos lo ignoraron por el bien de su integridad.

"Jaja, eso fue genial," "Fue más sorprendente cómo esquivaste los hechizos," "Sí, siempre logras sorprenderme," dijeron los gemelos riendo, ganándose miradas de odio de las chicas.

"Basta, ustedes dos, y vengan a ayudar a Lee Jordan, que se desmayó," dijo Angelina mientras señalaba el piso donde estaba tirado Jordan.

Los chicos ayudaron a llevarlo a la enfermería, ganándose el reproche de la enfermera.

"Poppy, traemos uno desmayado del susto," dijo Stephen, ya familiarizado con la enfermera Poppy Pomfrey.

"¿Otra vez? ¿Cuándo van a dejar de jugar así? Por Merlín, ¿qué pasa si se lastiman?" dijo la enfermera Pomfrey.

"No te preocupes, puse una almohada en caso de que cayera. Estaba todo planeado," dijo Stephen.

"Sí, sí, planeado y todo, pero igual, ya váyanse, déjenlo descansar. Despertará pronto," la enfermera los echó, no queriendo escuchar lo mismo que decían cada vez que venían.

Mientras Stephen y los gemelos iban hacia la Torre de Gryffindor, se encontraron con la profesora McGonagall, quien los detuvo.

"Señor Flamel, el director pidió verlo. Sígame, por favor," dijo mientras se dirigía hacia las escaleras.

"Me hubiera gustado cambiarme por lo menos. Ustedes adelante, luego los alcanzo," mientras seguía a la maestra, se quejaba de su ropa de payaso.

"Mermelada," dijo la profesora McGonagall mientras abría la escalera.

"Jaja, las contraseñas del viejo siguen siendo sus antojos, ¿verdad?" dijo Stephen, a lo que la profesora miró con desaprobación el apodo del director.

"Está bien, no se detenga, avance, señor Flamel," dijo mientras subía las escaleras y luego golpeaba la puerta.

Cuando escuchó al director decir adelante, entró con Stephen detrás de ella.

Antes de que Stephen pudiera decir algo, se escuchó una voz burlona y sarcástica.

"Parece que el señor Flamel se ha vestido acorde a lo que demuestra su comportamiento," era Severus Snape, a su lado estaba parado el pequeño profesor Flitwick y detrás la profesora Sprout.

"¡Snapy! Tú también estás aquí. ¿En qué problemas te metiste para terminar en la oficina del director?" dijo Stephen con sorpresa y luego miró al director, ignorando la mirada helada de Snape. "Director, perdone, no es mal niño. Solo le cuesta hacer amigos."

"Hm, tonterías como siempre," dijo Snape en modo gruñón, sabiendo cómo siempre terminaban sus interacciones con Stephen, mientras giraba su cara para ver a ambos profesores aguantando la risa.

Todos ya conocían la divertida rivalidad entre Snape y Stephen, que al principio empezó con Stephen perdiendo el control de sus emociones. Pero luego de que este le entregara un par de gotas de la poción con la piedra filosofal como disculpa, su odio terminó.

Gotas que le costó convencer a su abuelo que le diera. No porque su abuelo fuera tacaño o egoísta, sino por temor a que apuntaran a Stephen para conseguirla.

Pero Stephen habló sobre su descontrol contra su profesor, y comentó que Dumbledore confiaba en Snape. Entonces, luego de hablar con Dumbledore, este aceptó.

Desde entonces, aunque vuelan palabras venenosas de un lado y burlas del otro, Snape ya no descuenta puntos por tonterías a Stephen, aunque sí lo hace cuando tiene motivos suficientes...

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Capítulo corregido por ChatGPT.