"Un Encuentro Inesperado"

"Entonces, un príncipe azul, eh... Bueno, estoy vestido de azul, así que... ¿entra en esa categoría? Como sea, un príncipe azul golpea tu puerta, ¿y qué haces? A: llorar de emoción, B: pedirle que pase, C: cerrarle la puerta en la cara con miedo y asco."

"Bien, yo hubiera preferido la opción B. Sería lo más educado, ¿verdad? Entonces, ¿por qué estoy parado frente a la puerta que se acaba de cerrar en mi cara, mientras tengo un monólogo interno hace 10 minutos?"

"Tal vez debería irme, pero temo por mi vida si hago una mala elección en este momento. Recuerdo cuando mis amigos escaparon mientras Fleur estaba enojada. La próxima vez que los vi, ¡creí ver llover sangre! Por suerte, pudimos detenerla antes de que alguien resultara herido de verdad. ¿Y por qué terminé yo también con un golpe? ¡¿Por qué?!"

"Pero no se confundan. Aunque Fleur tiene sus momentos de ira, luego se sentirá muy culpable y será muy tierna. También es una chica muy bien portada. No es normal verla enojada, o eso es lo que dicen mis amigos. ¿Por qué yo la veo enojada todo el tiempo? ¿Será que ellos están equivocados y soy yo el problema?"

"Ah, en todo caso es mi culpa. Olvidé enviarle cartas. ¡Mierda, no me digas que olvidé su cumpleaños! No, no. Recuerdo haberle enviado un ramo de flores, tal como me aconsejó la abuela. Aunque enviar flores a una niña fue un poco vergonzoso, la mirada de la abuela daba miedo. Incluso parecía la mirada de Dumbledore a un futuro Harry. Espero que no me críen como un cerdo para el matadero, como diría Snape. Es mi abuela después de todo."

"Bien, me estoy yendo por las ramas. ¡Gryffindor, dame tu poder! Jaja, qué tonto soy. Bueno, basta, hora de ser valiente." Tras terminar su monólogo, Stephen dio un gran respiro para envalentonarse y dio unos pasos hacia la puerta.

*Toc, toc* "Fleur, sé que estás tras la puerta. Abre, por favor, no tengo mucho tiempo antes de tener que volver," dijo Stephen suavemente a través de la puerta.

"¿Fleur? ¿Flopy? ¿Flury? ¿Fucsia? Jaja, vamos, Belle, abre," llamó Stephen con varios nombres tontos que solía usar para molestar a Fleur cuando eran más jóvenes. Belle es el apodo que le dio Stephen a Fleur, ya que su nombre completo es Fleur Isabelle Delacour.

"¡Ya cállate, tonto! Si tienes que irte, vete. No molestes," dijo una voz enojada del otro lado.

"Vamos, Belle. Si es por las cartas, no pude enviar muchas porque estaba ocupado entrenando para el torneo de duelo."

Luego de un sonido suave proveniente de la puerta, esta se abrió ligeramente, mostrando solo un pequeño mechón de pelo rubio platino y un hermoso ojo verdoso con tintes azules.

"¿Qué torneo de duelo?" preguntó Fleur suavemente, intrigada, ya que a ella le encantaba ver competencias de duelo con su familia. Incluso soñaba con participar en alguna cuando sus padres lo permitieran.

"¡El torneo que se celebró aquí en Francia para menores de 14! Participé allí," dijo Stephen, sabiendo que eso podría atraer la atención de Fleur, que disfrutaba de los duelos y combates mágicos.

"¡Yo estuve allí y no vi a ningún... tú! ¡Eres Steve Rogers, el que usó esa magia de combate!" exclamó Fleur, abriendo la puerta de par en par al darse cuenta de la identidad de Steve, que estaba claramente vestido con la túnica que usó en el duelo.

"¡Tú creaste esa magia?!" preguntó Fleur, olvidándose de su enojo anterior.

"Sí. En realidad, hace tiempo que solo tenía que arreglar algo," dijo Stephen, un poco aliviado.

"¡Genial! Dame un libro," dijo Fleur con una gran sonrisa mientras extendía la mano en demanda.

"Jaja, también te extrañé, Belle," dijo Stephen, mirándola un segundo antes de darle un gran abrazo.

"Está bien, dame un libro y puedes irte. Todavía estoy enojada contigo," dijo Fleur, tratando de ocultar su vergüenza, aunque su rostro rojo no ayudaba.

"Está bien, está bien. Toma este libro y este otro explica el arte marcial y sus entrenamientos para usar más óptimamente la magia de Eldritch. Este no será público, así que úsalo tú y, si quieres, tu familia," dijo Stephen, entregándole otro libro con técnicas corporales que se conectaban con la magia.

"(Tal vez haga un trato con los ministerios mágicos para que los aurores también puedan entrenar)," pensó Stephen, considerando que a ningún mago le gustaría entrenar, pero que los aurores lo necesitarían para ser más eficientes.

"Pero estos entrenamientos se parecen a los que hacíamos de niños. Incluso yo todavía los sigo haciendo," comentó Fleur, tras mirar el libro de ejercicios.

"Sí, desde que éramos niños los entrené para que pudieran usar mejor la magia de Eldritch. Así que podrán usarla mejor. Pero deben practicar la conexión entre artes marciales y magia," dijo Stephen.

"Aunque no creo que tengas problemas, ya que aprendiste artes marciales muy rápido, al punto de que incluso a mí me cuesta vencerte," comentó Stephen.

"Eso es obvio, pequeño Stepy. Incluso si empezaste antes que yo, fácilmente puedo alcanzarte," respondió Fleur con una mano en la cadera, levantando el pecho y poniendo la frente en alto con una voz arrogante.

"Está bien, Belle, debo irme. Tengo que volver con el profesor Flitwick. No te preocupes, volveré para Navidad. Ah, y toma esto," dijo Stephen, colocando un hermoso anillo doble color plateado y bellamente adornado en la mano de Fleur, dejándola estupefacta y luego muy avergonzada.

"Este anillo sirve para la magia de la última hoja. Crea un portal. Es más fácil de aprender que la aparición y no terminarás con el cuerpo en pedazos mientras lo practicas. Para ligarlo a ti, solo toca con un cabello y ya está. En el libro dice dónde se puede y dónde no se puede usar," explicó Stephen rápidamente, ignorando la cara llena de vergüenza de Fleur, que luego se transformó en ira.

"¡Ya entendí! ¡Ya puedes irte, vete, tonto!" dijo Fleur, enojada, mientras se daba la vuelta, entraba y cerraba la puerta en la cara de Stephen, para luego agacharse y cubrir su cara, avergonzada.

"¿Tonto?" preguntó la señora Delacour, asomando la cabeza detrás de la escalera, con una sonrisa burlona en la cara llena de alegría.

A su lado, la pequeña Gabrielle también asomaba la cabeza detrás de la escalera, con una sonrisa inocente, preguntando: "¿Quién, quién?" y luego corrió con su madre mientras Fleur, avergonzada, corría tras ellas.

Mientras tanto, Stephen se dio la vuelta tras el portazo y, al escuchar los gritos sin entender, se dirigió hacia donde Flitwick lo esperaba, sintiendo una mirada de odio que no comprendía. Pero como no sentía un intento de hacerle daño, solo un odio pasivo, como si el dueño de una florería lo hubiera atrapado robando flores, siguió su camino.

"¿Será mi imaginación?" se preguntó Stephen, mirando a su alrededor sin encontrar nada, mientras continuaba su paso.

En el segundo piso de la mansión, un hombre miraba con ira a Stephen antes de dar un resoplido de resignación y volver para detener y tranquilizar a sus hijas y esposa antes de que destrocen la casa de nuevo.

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**Capítulo corregido por ChatGPT.**