El aullido que atravesó la montaña hizo que todos se congelaran. No era un sonido de lobo como los que Aurora había escuchado antes. Estaba mal: retorcido y hambriento.
—¡Tomen posiciones! —gritó Elías, sus músculos tensándose mientras volvía a la forma de lobo.
Los Antiguos de la Primer Manada se desplegaron, sus cuerpos masivos formando un círculo protector alrededor de los humanos. Su pelaje ondulaba con extraños colores que parecían brillar desde dentro.
Aurora agarró el Colmillo con fuerza, su luz pulsando al ritmo de su corazón acelerado. Algo se acercaba. Algo peor que los Reemplazados.
Dante se movió a su lado, sus ojos abiertos de par en par.
—Prima —dijo, la palabra aún nueva y extraña en su boca—. Pase lo que pase después
Un estruendo sacudió la cámara cuando parte de la pared explotó hacia adentro. A través del polvo y las rocas que caían vinieron criaturas que hicieron que la sangre de Aurora se congelara.