Lazos Forjados en Fuego

La luna llena colgaba como un medallón de plata sobre el claro donde ambas manadas se habían reunido. Aurora estaba junto a Eli en la roca ceremonial, su mano firmemente entrelazada con la de él. Cuatro semanas habían pasado desde que sellaron el portal, cuatro semanas de curación, reconstrucción y despedidas.

—Hoy, nos convertimos en uno —anunció Eli, su voz recorriendo la multitud silenciosa. Las cicatrices en su cara de la batalla se habían desvanecido a finas líneas blancas, pero los recuerdos permanecían frescos.

Aurora apretó su mano y dio un paso adelante. —Dos manadas, dos historias, ahora unidas como una familia.

La enorme hoguera en el centro del claro crepitaba y enviaba chispas volando hacia las estrellas. Alrededor, estaban todos los miembros supervivientes de ambas manadas, rostros iluminados por las llamas danzantes.