Rosie cojeaba por el oscuro bosque, su pierna derecha sangrando. Había perdido a Tina durante su pelea con los seguidores de Dante. La luna brillaba sobre su cabeza, pero traía poco consuelo.
—¡Tina! —llamó, su voz devorada por la noche. No obtuvo respuesta.
Se rompió una rama detrás de ella. Rosie se dio la vuelta, con las garras listas.
—Tranquila —dijo una voz familiar—. Soy solo yo.
Markus salió de las sombras, su rostro rayado de tierra y sangre. El corazón de Rosie saltó al verlo, pero rápidamente reprimió esos sentimientos.
—¿Qué haces aquí? Deberías estar en la ceremonia protegiendo a Aurora —gruñó.
Markus se acercó más. —La ceremonia terminó. La Primera Puerta estaba allí, no en las montañas. Marcus era el traidor.
—¿Marcus? —los ojos de Rosie se abrieron—. ¡Pero sobrevivió el ataque con nosotros!
—Él lo planeó todo. —Markus tocó su brazo herido suavemente—. Necesitamos llevarte de vuelta. Estás herida.
Rosie se apartó. —No hasta que encontremos a Tina.