—¡Ahhhh!
—¡Tú puedes hacerlo Dora, vamos... Hazlo ya!
El rostro de Dora se contorsionó con angustia. —¡Ya no quiero hacer esto! Sacudió la cabeza, su rostro completamente enrojecido por el dolor.
—¡Vamos Dora, por favor puja! —La voz de la partera resonó de nuevo.
—¡Arggg! —Ella agarró las sábanas—. ¡Ahhhh! ¡Eso duele! —gritó.
—¡Vamos, puja! ¡Puja!
Dora entrecerró sus ojos e intentó pujar, se detuvo para jadear por aire.
—Por favor, ya no quiero hacer esto —sollozó—. Es demasiado.
Elena sostenía sus manos. —Vamos mi querida, estoy aquí contigo, por favor puja.
Dora sacudió la cabeza. —Madre, el dolor es demasiado —lloró.
—La cabeza del cachorro está casi afuera, ¡vamos! ¡Puja más fuerte!
Dora lloró e intentó pujar de nuevo. —¡Ahh! ¡Arrrggg!
Los ojos de Elena se llenaron de lágrimas. —Por favor, resiste un poco más mi querida, puedes hacerlo ¿verdad?
—¡Arrrgg! ¡Ahhnhh! —Dora continuó gritando de dolor.