—¿Qué? —abrió la boca sorprendida Nyx.
—¿Te sorprende? No debería —se encogió de hombros una sonrisa malvada se curvó en la esquina de sus labios—. Ahora me perteneces.
—Pero...¿cómo? —sus piernas se debilitaron.
—¿Me estás preguntando eso? ¡No lo sé! —sus ojos volvieron a tornarse rojos.
—Esto no puede ser —ella negó con la cabeza—. No puedo... ¡No te creeré!
—Tsk, no querría mentir sobre mi compañera. Literalmente, ¿quién reclama a cualquier lobo como su compañero? —dio unos pasos hacia atrás escudriñándola—. Me aseguraré de reclamarte, no me importa cómo lo haga —su sonrisa malvada se transformó en una suave.
—¿Eh? —Nyx estaba desconcertada.
—No tienes que preocuparte por nada, sé tranquila —deslizó su mano por su rostro nuevamente.
—No puedo quedarme de brazos cruzados viendo que esto sucede. ¡Haz algo Nyx! ¡Sálvate! —ella negó con la cabeza.
—¿En qué estás pensando? —Su voz ronca interrumpió su tren de pensamientos.