Deja de recordarme a ella.

Esta vez regresó con una túnica menos voluminosa, un bol de agua, una pequeña toalla de mano y ungüentos.

Nyx suspiró, girando ligeramente su brazo magullado para que él pudiera limpiarlo adecuadamente.

—¿Arde? —preguntó él.

—¿Arde?

Se inclinó al nivel del brazo de ella, —No te preocupes por eso —sacudió levemente la cabeza.

Sumergió la toalla en el bol, dejándola empapar antes de sacarla, —Esto es lo poco que puedo hacer —murmuró, dando toques en la herida con la toalla.

Nyx simplemente lo observaba con una expresión inexpresiva. ¿Cómo podía él acceder a cuidar a un extraño, pero nunca la miraba en aquel entonces a menos que quisiera placer?

Sacudió la cabeza tristemente, ella fue la tonta entonces, pensó para sí misma.

—Eso debería estar bien —escuchó que decía, sacando sus ungüentos.

—¿No es extraño que el rey tenga estos en su habitación?