Actúa rápido

Oberón se instaló en la silla, haciéndose cómodo —¿Estás bien? —ella preguntó.

Él cerró los ojos —Solo un poco cansado —susurró.

Ella caminó hacia él —Mmm, por eso eres el rey —murmuró.

—Escuché eso —una sonrisa cómplice jugó en sus labios, con los ojos aún cerrados.

Eventualmente llegó detrás de su silla —Bueno, relájate, solo deja ir cualquier tensión por ahora.

Sus hombros se hundieron —Está bien —dijo él alargando la palabra.

Ella clavó sus manos en su cabello, masajeando suavemente su cuero cabelludo.

—Oh —él dejó escapar un suspiro involuntario.

—Debes estar agotado —ella murmuró para sus adentros.

Sus manos trabajaron su cuero cabelludo, enredándose con su cabello.

—Eres tan buena con tus manos —él exclamó.

—Gracias, Su Alteza —ella respondió, un rubor subiendo a sus mejillas.

—Sé que esto podría ofenderte, pero... tus manos, se sienten tan familiares, como si me hubieras tocado antes —su voz se había convertido en un susurro ronco.