La culpa, sé mi esposa.

Hubo un suave golpeteo en la puerta —Adelante.

Céfiro lideró el camino, luego entraron Roshan y después Ícaro. Oberón estaba medio sentado en la cama, esperándolo.

—Su majestad, ¡ha recobrado la conciencia! —Los ojos de Roshan se iluminaron.

Oberón no respondió a eso —¿Dónde está mi hijo?

El rostro de Roshan se agrió —¿Tu hijo?

—¿De qué estás hablando? ¿Es por esto que nos has llamado aquí su majestad? —preguntó Céfiro.

Él le lanzó a Céfiro una mirada helada —¿Me estás cuestionando ahora?

Céfiro bajó la vista —No, su majestad.

—Ahora, ¿dónde está mi hijo?

—Está encerrado en la guarida carmesí su majestad —habló Ícaro.

—¿Por qué? —Él entrecerró los ojos.

—¿En serio estás preguntando eso? ¡Mira cómo estás todo cubierto de vendas! —Roshan exclamó.

—¿Y quién te hizo juez sobre asuntos familiares Roshan? ¿Eh? —Frunció los dientes.