375 Extraño Enrique

—Voltear a tu doncella en tu contra y lograr que coopere con nosotros ciertemente requirió un gran esfuerzo, pero todo el mundo tiene debilidades... Afortunadamente, las de ella eran bastante obvias, y esa vieja y tonta loba fue fácil de controlar

Enrique había insinuado tanto, ¿cómo podía seguir sin entender? Lo miré fijamente con los ojos bien abiertos y lo reprendí despectivamente —¡Tú despreciable sinvergüenza, realmente te rebajas a cualquier cosa! ¿Qué le has hecho a la madre de Ruth?

Al oír mi reprimenda e insultos, Enrique no se enfadó, sino que se rio en su lugar, como si encontrara mi expresión actual muy divertida —Parece que gané la apuesta con Levi

Este imbécil no tenía intención de responder a mi pregunta. Tomé una respiración profunda y lo miré con ojos helados