2.SUEÑO

-¿Cómo se siente tener ya por fin 17 años?- me pregunta Duroko mientras agarra mi mano con las suyas.

-Sabes, no es la gran cosa, espere tanto este momento que siento que la emoción se fue.

-Pensé que ibas a estar decaído, ya son 5 años desde la muerte de tus padres.

No es raro que Elliot sea tan atento con todos, aunque nos conocimos a inicio de curso de este año siempre ha sido muy considerado conmigo.

-Se que es de esperar que este afligido, aunque me duele que mis pdres no estén conmigo en este momento, ellos dieron su vida para salvarnos a mi hermana y a mi, no debo desperdiciar mi vida llorando su muerte, prefiero honra y vivirla al máximo.

-Ya eres todo un adulto Deimos.-exclamo Duroko

-Y eso que nisiquiera lo intento jajaja.

Realmente la edad es lo que lo define a uno como adulto, o solo es una excusa para el peso que acarrea esa palabra.

No nos tomo mucho tiempo llegar al fin a la academia. Un enorme edificio cerca al palacio principal, pues los casteadores más reconocidos, condecorados y poderosos que son los encargados de impartir las clases, son igualmente fuerzas especiales para el palacio principal.

En el momento en que llegamos frente al nuestra aula me lleve una grata sorpresa, pues mis compañeros y el profesor lider del salon, habían preparado todo para la celebración y ceremonia de "madurez". En medio del salon, rodeada de todos los estudiantes de mi clase se encontraba una esfera de cristal, tan traslúcida, que nunca te darías cuenta que está ahí sin que nadie te dijera antes. La ceremonia es simple, cada compañero de clase diría uno por uno lo que me deseaban es este cumpleaños, pues así se crea un buen equipo, dice mi maestro Lought, la base de un buen equipo es lo bien que se lleven entre ellos. No tomo mucho tiempo terminar el primer paso, ahora vendría el segundo, mi más anciado momento, saber que haré para el reino, cuál será mi papel en el, mientras me voy acercando a la bola de cristal pienso en todas las posibilidades, doy dos pasos al centro; me gustaría ser guardia real, se gana bien y es muy buena vida. Otros dos pasos más, y más cerca de la bola de cristal; también me gustaría poder ser profeta, saber con antelación los sucesos que pasarán, es una gran ayuda al reino. Ya con la bola de cristal frente a mi, y con mi mano sobre ella dije para mi mismo. Lo que sea que deba ser, lo seré orgullosamente.

-Bien, ahora solo cierra tus ojos y espera a que la bola de cristal te transmita tu profesión en tu cabeza - dijo el profesor Lought mientras comía un pastel que mis compañeros me trajeron.

Cierro los ojos y me concentro en escuchar lo que me voy a especializar.

No escucho nada... No hay nada...solo silencio acompañado de un vacío indescriptible, me siento solo, perdido, no se a dónde ir, no encuentro salida, ¿estaré siquiera sobre algo?, ¿estaré cayendo?

En medio de esta oscuridad eterna una luz apareció en el horizonte, pequeña y tenue, pero lo suficientemente fuerte para poder guiarme hasta ella, empecé a, lo que creo yo que hacía, correr, acercarme a aquel pequeño lucero, el cual mientras más me acercaba, más fuerte la luz se volvia, cuando al fin logré alcanzarla, escuché una voz suave y gentil decirme:

-Astrólogo...

Cuando volví a abrir los ojos, me encontraba en un cuarto el cual no conocía, acostado sobre una camilla y mirando simplemente a un punto perdido en el cuarto, tratando de recordar como llegué a ese lugar. Cuando desperté del trance en el que estaba caí en cuenta que me encontraba en la enfermería, así que me aliste nuevamente y cuando quise salir rumbo a mi clase al abrir la puerta, como si desafiara toda ley vi como el suelo se levantaba y se ponea al lado de mi cara.

No era ninguna alucinación, era simplemente que me había caído, me habia tropezado o me sentía cansado, no lo sé realmente, solo recuerdo alguien gritarme con pánico muy cerca de mi, estoy muy seguro que era Duroko, pero no pude hacer más nada que volver a cerrar los ojos.

No escucho nada... No hay nada...solo silencio acompañado de un vacío indescriptible, estoy nuevamente en mi cabeza, y escuché nuevamente una voz.

-Bienvenido, querido maestro, llevaba tiempo queriendo poder reencontrarme con usted.