— Vamos — dice el chico rubio mientras tenía una sonrisa amplia.
Me encontraba corriendo en un campo de girasoles, intentando alcanzarlo, el corría mientras reía, su rostro se iluminaba con los tonos del atardecer, creando un contraste hermoso, su mano se extendía hacia a mí, pero por más que corría no podía alcanzarlo, sin embargo, sus ojos verdes mantenían una mirada fija en mi dirección. Pero a medida que seguía corriendo, los girasoles se estaban marchitando, el chico que antes me sonreía, justo ahora tenia una mirada sombría, la mano que me extendía, la apartó, dejándome cada vez más atrás. Mi camisa blanca estaba sucia, el camino que seguía ahora estaba lleno de lodo, haciendo que mis pasos se hagan más débiles.
Ethan, no me dejes…
Mi cuerpo tembló, y mi respiración se acortaba, dejándome caer en lodo, mientras mi cuerpo se hundía; manos salían alrededor del lodo y me tocaban cada extremo de mi cuerpo, se sentían excesivamente frías, aquellos susurros cada vez eran mas provenientes y resonantes en mis oídos. Haciendo que me arrastraran hacia el fondo.
Que asco…que asco… que asco.
Estas gordo.
Solo eres alguien desechable
Nunca serás suficiente para nadie
Cada una de esas palabras se repetían constantemente, era como si esas voces intentaban aturdirme, para ver quien me hería primero. Necesitaba gritarles y hacer que paren, esas manos se deslizaban en mi carne y se hundían apretándome la piel, pero, el fango me estaba sofocando por lo que, cada vez era más espeso, no podía moverme, me estaban devorando por completo, solo podía ver una luz y esos pétalos marchitos me miraban, juzgándome, haciendo que cayeran y me taparan por completo mi visión, para terminar, devorándome.
Eres patético Maximiliano
Se escucho una risa burlona…
Abrí mis ojos, solo podía ver el cuarto totalmente obscuro. Mi cuerpo estaba completamente empapado de sudor, mi pecho subía y bajaba velozmente, mi respiración se debilitada, me quedaba sin aire, mi cuerpo perdía fuerzas.
Estaba hiperventilando.
Necesitaba calmarme, pero era imposible en este estado. Necesitaba a alguien a mi lado, pero no lo tenía. Sentí como la puerta se abrió de golpe, dejando ver una silueta, aquella persona se acerco a mi lado y busco en mi mesa de noche una funda.
— Respira aquí — dijo mientras se sentaba a mi lado y ponía la funda en mi boca, su mano envolvió mi frente, me estaba calmando, mi respiración no demoro mucho en volverse estable
— ¿Cómo te sientes? — preguntó. Lo miré y me di cuenta de que era Arthur.
— Gracias Arthur — dije mientras sonreía débilmente. El hombre solo me dio palmadas hasta que me relajé, reposando mi cabeza en su hombro. Su sola presencia me hacia sentir agradecido, aunque no es una persona de muchas palabras, las acciones que hace por mi valen más que mil palabras.
Y una vez más, gracias por ayudar a este pobre idiota…
Y así los días pasaron, hasta que fue el día del 'Festival Anual de la Academia Brimsford'. Ese día salí de casa alrededor de las 3:00 pm, no había almorzado absolutamente nada, lo que había tomado para sentirme lleno, lo expulsé apenas llegué al 'Coliseo Methors'. Normalmente este lugar era financiado por mi familia, por lo que tienen dos camerinos, uno VIP y otro para los demás concursantes. Este coliseo es donde se hacen las mayorías de funciones, cuenta con una capacidad de 4.500 personas, el recinto se extiende en una forma semicircular, que cuenta con 3 niveles de balcones muy elegantes y la planta baja tiene un adornado muy sofisticado. Cada asiento estaba tapizado de terciopelo rojo vino, listo para ser usado para que las personas tengan una vista espectacular hacia el centro, tanto en la planta baja como en los pisos superiores. Las paredes estaban adornadas con paneles de madera de caoba pulida, haciendo que cada nota resonara con mucha claridad y profundidad. Los muros tenían una decoración muy sutil, pero resaltando unos cuadros firmados de varios artistas reconocidos y los nombres de sus composiciones.
Sobre el escenario, se encontraba un gran candelabro de cristal que pendía del techo, proyectando una gran luz tenue dorada, que se centraba en los próximos protagonistas del escenario. La iluminación que envolvía la sala era suave, perfecta para que el público no se distraiga y solo se centre en el artista y su interpretación. En el fondo se encontraba un telón de terciopelo negro que se extendía. A simple vista el lugar se sentía muy acogedor y manteniendo una vista refinada.
La Academia Brimsford al tener un fuerte sentido artístico, la mayoría de los estudiantes se postulaban para estos Festivales, no bastaba con un solo día, por lo que duraba una semana, que estaban divididos; el primer día siempre se empezaba con los participantes de piano, luego violín, violonchelo, arpa y saxofón.
Se tocar violín, pero me desenvuelvo mejor en el piano, por lo cual siempre participo con este instrumento. Llevo bastante tiempo conociendo a Ethan y se perfectamente que su instrumento favorito también es el piano, muchas veces tocábamos juntos, hicimos duetos en varias ocasiones, y ganamos trofeos, sin embargo Ethan nunca podía compararse conmigo, si competía, no podía evitar que yo llegara a la sima antes que él, en ocasiones me sentía mal, pero, siempre que le decía que no iba a participar se enojaba, ya que él conocía mi profundo amor por el piano, lo que lo llevó a desempeñarse más en el violín, aunque en muchas ocasiones participábamos en los mismo concursos y él quedaba en segundo lugar u obtenía la medalla de plata.
Así que supuse que otra vez iba a participar para las funciones de violín…
Faltaba media hora para darle inicio al evento, así que salí de mi camerino, y fui a buscar un sándwich, en la pequeña sala de comedor donde siempre había comida para los participantes, usualmente la mayoría de las veces siempre se encontraba comida ligera, entre ellas: Tostadas, batidos, yogur con frutas y frutas frescas.
No demore en llegar a la sala, mi mano estaba a punto de girar la perilla, pero escuche algunas voces que me resultaban muy familiares, así que mis dedos se contuvieron, antes de abrir la puerta, mi corazón dio un vuelco al saber de quienes provenían esas voces, a lo que mi cuerpo se quedó estático.
— Oye, ¿Te has dado cuenta de que Maximiliano ya no anda atrás de Ethan? — dijo una voz burlona. El escuchar como me nombraban tan repentinamente me daba un mal sabor de boca.
— Que raro, si ellos son mejores amigos — replicó otro
— ¿De que hablas? — interrumpió uno en la conversación de los chicos con tono divertido
— Maximiliano es gay. Se le declaró a Ethan — dijo entre risas. Mis ojos se abrieron por esa repentina declaración y un nudo ahora se formó en mi garganta, me sentí sofocado por un instante, sin darme cuenta, mi mano que estaba posada en la perilla empezó a temblar, lo que provocó que la quite rápidamente. Mi relación con Ethan es cierta que era secreta, pero era por decisión mía, ya que, si mi madre se enteraba de esto, me ponía en desventaja. Pensé que lo había guardado bien hasta ese momento. Pero ahora que habíamos terminado, después de dos años. ¿Por qué la historia estaba siendo distorsionada?, aunque yo no haya querido que se supiera, ¿No debería ahora haber rumores de una ruptura?
— ¿Lo rechazaste no es así, Ethan?
Me congele…Él estaba ahí. Mi corazón martillaba mi pecho y antes de darme cuenta mis manos se apresuraron a tapar mi boca, tratando que no saliera ningún ruido, mis piernas perdieron fuerzas y flaquearon, de modo que, me deje caer contra la pared, el frio de la cerámica traspaso mi camisa, no podía moverme.
— Pues claro, yo no soy gay. Además, es asqueroso, de solo pensar que él haya tenido fantasías conmigo durante todos estos años que éramos amigos, me da repelús.
Una carcajada acompañó sus palabras. Todo mi mundo se fue abajo, podía aguantar lo demás, pero tus palabras ahora no podía evitarlas, lo que soltaste de tus labios, para mi eran dagas que se clavaban en mi cuerpo, una tras otra, el dolor que sentía era demasiado intenso, entonces me mordí el labio para no gritar… Sabía que ahora te daba asco por haber subido de peso, pero ahora escucharte decir eso, era un dolor que no podía soportar.
Ethan, me dijiste mil veces que me amabas, mientras tus labios recorrían los míos y tus manos se deslizaban por mi piel…
¿Porque dices palabras tan crueles? Tu no eras así…Esto debe ser un error.
Hace un año, en primavera.
Era viernes por la tarde, alrededor de las 3:00 pm. Corría por los pasillos con mi mochila en mi espalda, el sudor corría por mi cuello y mi cabello se pegaba en mi frente, estaba agitado, pero eso no me importaba, tenía una gran sonrisa en mi rostro, y mis mejillas levemente sonrojadas. Subí las escaleras frenéticamente hasta llegar a la azotea. Apenas abrí la puerta una mano me atrapó.
— Al fin llegas — la voz de un chico rubio resonaba en mis oídos. Mi corazón latía tan fuerte que envolví mis brazos en su cuello, mis pies estaban de puntitas. Él se inclino un poco y sus manos viajaron hasta mi cintura, apretándome en su dirección — Mi cachorrito, es tan lindo — habló con voz tierna, su rostro se giró ligeramente y sus labios se acercaban a los míos.
— Te amo — susurré en sus labios antes de besarlo. Al principio, su beso fue suave, tan delicado y casi tímido, como sí quisiera sentir el sabor de mi boca sin profundizar demasiado. Pero, poco a poco, luego de unos segundos, comenzó a hacerlo con tanta intensidad, su mano izquierda ascendió hasta mi mejilla, acariciándola con ternura, mientras que sus labios se volvían más juguetones, invitándome a profundizar el beso. Sentí un escalofrío recorrer por mi espalda, y el calor que subía a mis mejillas delataba ahora el proveniente rubor que se apoderaba de mí a medida que el beso aumentaba.
El simple hecho de tenerte a mi lado era todo lo que necesitaba, me sentía completamente amado por ti, como si mi existencia solo tuviera sentido junto a ti. Quería gritarle al mundo que tú y yo nos amábamos, éramos felices.
Que tú eras feliz a mi lado
La brisa nos envolvió, y nuestras pieles se erizaron por el contacto, provocando que nuestros labios se separaran. Él rio, mientras que, sus mejillas tenían un sonrojo tenue, su piel blanca resplandecía bajo la luz de la tarde, y sus ojos verdes tenían un brillo singular, aquella mirada de tranquilidad y dulzura, que me llenaba de una felicidad indescriptible.
— Eres la persona más importante para mí, eres mi dulce primer amor — dijo mientras besó mi mejilla con cariño. Luego juntamos nuestras frentes y nuestras narices se rozaron juguetonamente, en un gesto simbólico que siempre me hacía sonreír.
Nunca dirías esas palabras si no lo hubieras sentido, sé que me amas Ethan Miller, solo es un malentendido ¿Cierto?
Se escucharon pasos acercándose a la puerta y lo único que pude hacer es salir corriendo y quedarme en mi camerino, hasta que llegue mi turno.
Debes calmarte Maximiliano.
Me miré fijamente en el espejo, tratando de calmar mis manos temblorosas. Tenia los ojos bien abiertos con una sonrisa forzada, el cabello ahora alborotado y mi corbata desaliñada.
Esto es solo un malentendido. Tú lo sabes Maximiliano, Ethan no diría eso ti, puede que me haya dejado de amar un poquito, pero solo es un poquito…Solo debo perder más peso, y podré estar a tú lado otra vez.
Me mordí el labio en el mismo lugar de antes. Sentí el sabor metálico de la sangre y vi como mis labios se humedecían por un color rojo, pero no me importaba nada. Mis ojos aun seguían fijos en el espejo.
¿Y si no es suficiente?
La idea cruzo rápidamente en mi mente como un rayo, rápida y afilada. Era doloroso, que ahora ambos dolores, el físico y el emocional, se entrelazaban en mi cuerpo.
No, solo necesito intentarlo más. Puedo aguantar esas palabras, puedo soportarlo, solo…no te vayas de mí
Quiero dormir profundamente…Tic Tac…
— Como octavo participante en esta hermosa tarde, tenemos a nuestra querida estrella — dijo el orador con entusiasmo. — Muchos ya saben quien es esta persona, así que démosle una fuerte bienvenida a nuestro querido Maximiliano Montclair, mejor conocido como la joya de la Dinastía Montclair — exclamó con devoción, haciendo que el público aplaudiera con pasión.
Absolutamente toda mi familia estaba ahí, y mi abuelo esperando con ansias mi presentación. No solo él, sino gente que ha sido fieles a todas mis presentaciones, personas que me admiran, viejos, adolescentes y niños. Como dije ese día que gané mi primer premio, marqué sus corazones con mis melodías, no debía defraudarlos.
Tú puedes hacerlo Maximiliano
Me repetía mil veces antes de salir, respiré hondo. Aquel traje desaliñado que antes tuve, ahora estaba bien presentado, el labio que antes me sangraba, ahora se encontraba en buen estado.
Puede ser que todos me abandonen, pero el piano nunca lo hará.