10) Yo soy Riuz

Al abrir los ojos, me encontré mirando al vacío, sumergido en un torbellino de pensamientos. Mi mente era como un batido, triturada y revuelta hasta perder forma. Me acomodé en la cama, con los pies contra la pared y la cabeza colgando por el borde, viendo todo al revés. Mi mirada perdida reflejaba un trance, una apatía indiferente mientras navegaba en un remolino de ideas y recuerdos.

Me llamo Riuz, pero... ¿es eso realmente cierto? Tengo tantos recuerdos nuevos, pero al mismo tiempo ninguno. Recuerdo cosas triviales: mis gustos, algún conocimiento, obras audiovisuales que me impactaron... pero más allá de eso, todo es confuso. Siento que debería haber más, que algo está ahí, pero a la vez no lo está. Vestía solo un pantalón corto de pijama; me había quitado la ropa, buscando alguna señal que me indicara que algo en mí había cambiado. Pero no, era solo mi cuerpo, era todo de mí.

Ni siquiera recuerdo cuántos años tenía antes de ahora. Sé, por lo que recuerdo, que no soy un niño, pero mi mente... es infantil. Lo sé porque en algún momento no lo fue, lo que hace que esta sensación sea aún más rara.

Por lo menos, no siento ningún problema con mi familia. No hay nada extraño o distante hacia ellos; son lo único claro en mi vida. Recuerdo estos ocho años de forma nítida, bueno, lo que es normal: nada de mi nacimiento o cuando era un bebé. La familiaridad con mis madres y hermanas es tan profunda que parece sobrenatural, como si las conociera de otra vida. De hecho, siento que las recuerdo, pero en realidad no tengo memorias más allá de esta vida. Es... extraño.

Me hubiera gustado seguir debatiéndome en mis pensamientos, pero frente a mi visión invertida apareció un par de bragas rosas y unas piernas blacas desnudas, que parecian esculpidas con delicadeza. Estaban tan cerca que casi no había distancia entre ese coño marcado y cubierto por las tiernas bragas rosas y mi rostro. Sin embargo, no sentí ninguna emoción al respecto; aún estaba atrapado en mi mente.

Hermione: "¿Qué te pasa?" —preguntó Hermione, inclinando la cabeza. Había notado mi extraña postura y expresión ausente.

Riuz: "Creo que tengo una crisis existencial" —respondí en un tono monótono, levantando la cabeza para ver a la hermosa niña de cabello oscuro que parecía solo poder existir en mi imaginación por su belleza.

Hermione: "¿Te duele el existencio?" —preguntó confundida, sabiendo que no existía ninguna parte del cuerpo con ese nombre, pero aun así lo preguntó.

Riuz: "El existencio no existe... creo. Tengo... problemas mentales" —dije, sin muchas ganas.

Hermione: "Ah... como Luna."

Riuz: "No, no como ella. Además, ya sabes que no le llamamos así a lo que tiene Luna. Ella simplemente es diferente."

Hermione: "Sabes que lo digo con cariño. Ahora dime qué te pasa." —Cruzó los brazos y su mirada se volvió mucho más inquisitiva.

Riuz: "Tengo dudas sobre quién soy... dudo de mí mismo, de si realmente soy yo o todo es una fantasía" —intenté expresarme lo mejor que pude.

Hermione: "¿También escuchas voces en tu cabeza?" —preguntó con incomodidad, mirándome con cierta cautela

Riuz: "¿Qué? No... ¿tú sí?"

Hermione: "Claro que no..." —dijo rápidamente, y luego, con un tono más autoritario— "Ahora deja de decir tonterías. Eres tú y nadie más. Eres mi hermano, y eso es lo único que debe importarte... me perteneces, y no te permito tener esas crisis. Tienes que estar siempre sano y bonito para mí."

Riuz: "Lo que dijiste fue casi hermoso" —respondí con una leve sonrisa, reconociendo en esas palabras la esencia de mi hermana, quien siempre me llenaba de una extraña nostalgia, aunque no supiera exactamente por qué.

Hermione: "Bueno, entonces levántate, vamos a desayunar."

Riuz: "5 minutos más... creo que quiero regodearme en mi miseria un poco más."

Hermione frunció los labios ante mi respuesta, aunque ya no le prestaba mucha atención, a pesar de tenerla tan cerca. Pensó por un momento antes de sonreír. Luego, inclinó su cuerpo sobre mí, cubriendo mi visión. Estuve a punto de preguntarle qué hacía, pero cuando sentí su entrepierna presionada contra mi cara, en un contacto demasiado íntimo, apenas pude emitir palabra antes de empezar a gritar.

Riuz: "¡AHHHHHHHH, SUÉLTAME, SUÉLTAME!" —aullé de dolor, mientras una Hermione sonriente mordía con fuerza mi pezón—. "¡YA PARA, PARA!" —grité, golpeando su cuerpo para que me soltara.

Se apartó con una sonrisa, limpiándose la boca mientras yo, horrorizado, cubría mi pezon marcado por sus dientes y lleno de baba.

Riuz: "¡Estás loca!" —le grité, frotando el área adolorida.

Hermione solo se encogió de hombros y salió de la habitación como si nada hubiera pasado, con esa sonrisa casual. No sabía si arrepentirme de haber dicho que su actitud era linda o reír tristemente. Aunque, debo admitirlo, su método funcionó. Ya no quería quedarme ahí tirado; tenía muchas ganas de quejarme con mis madres... Quizás soy más niño de lo que creo.

...

Caminé hasta la cocina, ya vestido, pero aún frotándome el pezón adolorido. Allí estaba toda mi familia. Mamá Jean y Mamá Pan terminaban de preparar el desayuno, mientras Mamá Bella leía "el Profeta" en la mesa. No es que Bella cocinara mal, pero comparada con mis otras dos madres, su comida era apenas aceptable. Luna también estaba allí, jugando tranquilamente en el suelo con sus juguetes de conejo, tan adorable como siempre.

Bella: "Buenos días, Riuz" —me saludó Mamá Bella con una sonrisa que podría alegrar al leproso más desdichado— "¿Por qué te frotas el pecho?" —preguntó, mirándome confundida.

Riuz: "Hermione me mordió."

Bella: "¡Hermione!" —dijo Bella, sin siquiera mirarla directamente, solo de reojo.

Hermione: "Él empezó, con todo eso de no saber quién es y si es él mismo. Solo intentaba ayudarlo a dejar de pensar en esas cosas."

Bella: "¿Dudabas de quién eras?" —preguntó Bella, ahora más seria. Mis otras dos madres dejaron de hacer lo que estaban haciendo casi al instante, prestando atención a la conversación.

Riuz: "Más o menos... no importa" —dije mientras me sentaba en una de las sillas.

Bella: "¿Te sientes bien, mi Rui?" —cambió su tono a uno mucho más maternal y acogedor. Se levantó de su silla y se sentó a mi lado, acercándose para abrazarme.

Su abrazo fue más que un simple contacto. Me arrastró hacia ella con fuerza, hundiendo mi rostro entre sus pechos y envolviéndome por completo en sus brazos.

Bella: "Puedes decirme cualquier cosa que te esté pasando. No dudes en hablar con mamá, ¿sí?"

Riuz: "Siiiiii..." —respondí, sintiéndome un poco más tranquilo, aunque algo muy malo estaba sucediendo.

Envolvido en la suavidad de sus pechos, mi rostro se hundió en un mar de sensaciones. La fina tela que nos separaba era apenas un velo que me permitía vislumbrar sentir paraíso... y no era pequeño. El aroma de mi madre, dulce y embriagador, me envolvía por completo, hipnotizándome. En ese instante, comprendí la fascinación de Luna por este sentido. Sin embargo, esa íntima conexión se vio interrumpida por un pequeño incidente que hizo abrir los ojos con sorpresa a mi madre al sentir algo duro contra su pierna.

Riuz: "Mamá..." –murmuré, totalmente avergonzado. Esperaba que ella no se diera cuenta, que no me odiara o juzgara por esta reacción tan inesperada. Nunca había imaginado tener una erección en este momento solo por su abrazo. Tan abrumado por la vergüenza y la excitación, mi rostro ardía y mis ojos se llenaron de lágrimas.

Bella: "No pasa nada mi bebe, todo está bien" – dijo, con una sonrisa comprensiva. Sus ojos, ligeramente nublados, reflejaban una ternura infinita. Besó mi frente y me apretó contra su pecho aun más fuerte, tarareando una suave melodía para consolarme.

Hermione y Luna me miraron, desconcertadas. Era la primera vez que actuaba de una manera tan... distinta. No sabían con certeza qué me pasaba, pero, como si mi bienestar fuera el suyo, ambas comenzaron a ponerse nerviosas.

Bella, Jean y Pan parecían mantener una conversación completa solo intercambiando miradas y gestos sutiles. Aun así, todo transcurrió con normalidad, o al menos eso fue lo que nuestras madres intentaron lograr. Bella trató de calmarnos a mí y a mis hermanas, mientras que Jean y Pan trajeron la comida a la mesa.

Tan rápido como llegaron la vergüenza y la angustia, se desvanecieron en cuanto vi la comida. Sí, puedo estar seguro: soy más niño de lo que creo. Era un desayuno abundante; solo éramos seis en la mesa, pero Hermione, que siempre estaba en movimiento, comía más de lo habitual.

Mientras comíamos, sentí una mano sobre la mía. Al mirar a mi lado, vi a Hermione con una expresión completamente diferente a la usual.

Hermione: "Perdón por lo que te hice... no debí hacerlo, y 'trataré de no volver a hacerlo' "—dijo, subiendo la voz al final, aunque creo que no iba dirigido a mí—. "No quería hacerte daño, y si te sientes mal, estoy aquí para lo que necesites."

Sus palabras me dejaron desconcertado, no tanto por el contenido, aunque viniendo de ella eran un poco extrañas, sino por el tono y la forma en que lo decía. Sonaba más... centrada, adulta y articulada, muy distinta a la Hermione familiar y salvaje que conocía.

Había algo en ella que irradiaba una vibra completamente diferente a lo normal. Incluso su forma de hablar era distinta, por no mencionar su conducta, su educación, y las intenciones detrás de sus palabras. Es extraño, pero esto le viene pasando desde hace... aproximadamente un año. Tiene esos momentos en los que parece otra persona: más lista, sabia y amable. Y luego vuelve a ser la testaruda e imprudente de siempre. No sé qué le estará pasando, nuestras madres también lo han notado, pero lo dejaron como un posible síndrome de bipolaridad o algo similar... Espero que no esté loca como la Bellatrix de la historia original de Harry Potter que recuerdo de entre mis memorias... aunque no debería ser probable. Mamá parece bastante cuerda, nada que ver con lo que conozco de esa historia.

Riuz: "Estoy bien" —dije, dejando de lado mis pensamientos para disfrutar del delicioso desayuno, ignorando las miradas de mis madres y de Hermione. Al parecer, me había quedado varios segundos en silencio, mirando a mi alrededor, perdido en mis pensamientos, mientras ellas me observaban.

...

Después del desayuno, nuestras madres nos mandaron a jugar. Luna sacó sus conejos de juguete al patio, y yo la acompañé mientras corrían a mi alrededor. Hermione no estaba muy lejos, golpeando una tabla de madera fijada al suelo contra la pared de la casa. La parte superior tenía una cobertura de goma, uno de los aparatos que usaba para entrenar.

En realidad, nuestras madres nos enviaron afuera para poder hablar entre ellas, y ahora estaban en eso. Se sentaron en la mesa redonda, equidistantes, en lo que parecía ser una conversación seria.

Bella: "No estoy 100% segura... pero diría que un 99%."

Jean: "¿Llegó el día, no?" —dijo con cierta ansiedad.

Pan: "Sabíamos que sería pronto."

Bella: "Sí... y ahora la pregunta es..." —dejó la frase inconclusa.

Jean y Pan: "¿Qué?" —preguntaron al unísono.

Bella: "¿Cómo empezamos esto? ¿Le decimos directamente o simplemente lo hacemos? ¿Todas juntas o una por una?¿Quiénprimero? No lo sé... esto se me escapa de las manos" —dijo, claramente angustiada. Aunque con el tiempo habían llegado a aceptar la situación mejor de lo que esperaban, aún estaban nerviosas.

Pan: Creo que deberíamos intentar explicárselo, pero de forma sencilla, y quizás no todo de golpe. ¿Lo vieron hoy? Parecía perdido, como si estuviera desarrollando algo parecido al estado mental de Luna. No deberíamos abrumarlo, solo darle algo de información y dejar que el resto lo manejemos nosotras.

Bella: "Quizás..."

Jean: "¿Están seguras de que está listo? Si su estado mental no es estable, esto podría ser demasiado para él."

Bella: "Estoy segura, sentí su erección. Y recuerda lo que nos dijeron: no podemos posponer su liberación, o sus poderes lo consumirán."

Pan: "Yo tampoco quiero verlo sufrir."

Jean: "Bueno, supongo que ya no podemos evitarlo ni retrasarlo más."

Bella: "Tal vez tú seas la más adecuada para empezar" —dijo dirigiéndose a Jean.

Jean: "¿Yo?" —respondió, nerviosa. Aunque había aceptado la situación, aún no se sentía completamente lista.

Bella: "Sí, tú. No tienes una relación de sangre directa con él como nosotras. Si lo haces tú serás... la menos mal, al menos para empezar."

Pan: "Creo que nos estamos adelantando. Propongo que primero hablemos con él, observemos cómo reacciona, y luego decidimos qué hacer. No digo que lo hagamos ahora mismo; deberíamos avanzar solo cuando sepamos que está preparado."

Bella: "Tienes razón, creo que me estoy dejando llevar por los nervios. Hablemos bien de cómo vamos a manejar esta situación."

...

Mientras tanto, estaba jugando en el patio, escapando de los conejos encantados que corrían tras de mí. Eran pequeñas criaturas de no más de 10 cm, pero a Luna le encantaba verme correr de un lado a otro. Me estaba divirtiendo, hasta que la puerta trasera de la casa se abrió.

Jean: "Riuz, ¿puedes entrar un momento? Tenemos que hablar contigo" —dijo antes de volver a entrar.

De inmediato, sentí una punzada de nerviosismo. Aunque mamá Jean parecía tener su actitud habitual, noté que estaba más seria de lo normal, y no fui el único que lo percibió.

Hermione: "Niega todo lo que te digan. No tiembles ni tartamudees, y prepárate para culpar a alguien más. Yo suelo culparte a ti... aunque no siempre funciona, y con Luna menos" —me dijo desde su posición, mientras seguía golpeando la madera con su actitud relajada.

Riuz: "¡Eyy!"

Genial. No solo estaba nervioso, sino que además acababa de enterarme de que mi hermana me echaba la culpa cuando intentaba escapar de un regaño. Ahora entendía por qué en tantas ocasiones había sido castigado o reprendido sin razón aparente.

Tragué saliva y entré en la casa por la puerta trasera, sintiendo cómo los nervios me comían vivo. Caminé hacia la cocina, donde mis madres, que habían movido las sillas, me esperaban sentadas en un espacio vacío a lado de la mesa, en un triángulo casi perfecto, dejando un espacio en el centro que parecía destinado a ser el lugar donde me pararían para recibir algún tipo de juicio. Mi corazón latía a mil por hora. No tenía idea de lo que había hecho mal, pero ya me estaba arrepintiendo de todo lo que se me ocurriera.

Pan: "Rui, ven, acércate" —me llamó al verme congelado junto a la puerta.

Avancé lentamente, casi rezando para que todo saliera bien. Si había algo que me daba miedo, era enfrentar a mis madres. Sin embargo, también eran lo que más amaba y lo que me daba valor… irónico. Cuando llegué al centro, en esa posición en la que todas podían verme, pero yo no podía mirarlas a todas al mismo tiempo, no pude contenerme.

Riuz: "Si Hermione les dijo algo, miente, yo no fui" —dije nervioso, casi tartamudeando.

Jean soltó una risita que no pudo contener, parecía que no estaba preparada para esa respuesta. Mamá Bella y mamá Pan solo sonrieron.

Bella: "Tranquilo, Riuz, no hiciste nada malo. No te vamos a regañar."

Jean: "Pero si sabes que Hermione hizo algo, nos lo dices luego."

Riuz: "Bueno…" —respondí en voz baja, algo avergonzado pero menos nervioso, aunque seguía sin entender por qué me habían llamado. Si no era un regaño, ¿qué otra cosa podía ser?

Bella: "Ven, siéntate, tenemos que hablar" —dijo, dándome unas palmadas en sus piernas.

Aunque aún inseguro de lo que estaba por venir, me acerqué y me senté sobre el regazo de mi madre. Era cómodo, especialmente cuando me rodeaba con sus brazos, abrazándome desde la espalda. No sabía si mi peso le resultaría incómodo, así que intenté usar mis poderes para reducirlo lo mejor que pude, aunque no estaba seguro de si funcionaba.

Pan: "Riuz, ¿sabes que eres especial?" —comenzó.

Riuz: "Ustedes siempre dicen que todos somos especiales a nuestra manera" —respondí, refiriendome en mí y en mis hermanas.

Jean: "Sí, eso es cierto, pero ahora estamos hablando de ti en particular. Tú eres especial de una forma diferente."

Bella: "Y ser especial, a veces, trae consigo ciertas cosas. Sabes que todos tenemos necesidades, como comer y beber, ¿verdad?"

Riuz: "Sí."

Bella: "Esas son necesidades básicas, pero también hay otras, que aunque no tan esenciales, siguen siendo importantes. No satisfacerlas no siempre es un problema grave… pero en tu caso, es diferente."

Pan: "Tú eres especial, y eso significa que tienes una necesidad que para la mayoría de las personas es solo una forma de diversión, pero para ti es algo que necesitas para vivir."

Riuz: "Me estoy asustando…" —dije sinceramente. Esto empezaba a sonar como esas series en las que descubres que eres un vampiro o algo así, y a partir de ahora tienes que beber sangre, comer carne humana o algo horrible para sobrevivir.

Jean: "No te preocupes" —se estiró para tomar mi mano—. "No es nada grave si hacemos las cosas bien" —dijo, sonrojándose un poco.

Bella: "Esta necesidad que tendrás debería aparecer cuando seas mayor, pero en tu caso se ha adelantado. Nosotras vamos a ayudarte con eso…" —se quedó en silencio, sin saber cómo continuar.

Pan: "Lo que queremos decir es que, a partir de ahora, Jean, Bella y yo vamos a enseñarte algunas cosas de las que no debes tener miedo. Puede que te parezcan raras, asquerosas o incluso malas, pero debes confiar en nosotras."

Bella: "Sí, todo lo que hacemos es por tu bien. Solo tienes que confiar en nosotras."

Jean: "Con el tiempo lo entenderás mejor. Ahora, solo tienes que relajarte y dejar que nos encarguemos de todo. Y algo muy importante: no debes decirle a nadie sobre esto, ni siquiera a tus hermanas."

Riuz: "¿Por qué?"

Bella: "Porque lo que vamos a hacer puede ser malinterpretado por otras personas. Aunque es necesario para ti, no lo entenderán."

Pan: "Y tus hermanas son aún muy jóvenes para saberlo. Por eso tiene que ser un secreto hasta que te digamos lo contrario. ¿Lo entiendes?"

Riuz: "Creo que sí…"

Bella: "Riuz, esto es serio. Tienes que guardar el secreto. Prométeme que lo harás" —dijo con un tono mucho más firme, girándome para que la mirara a los ojos.

Riuz: "Lo prometo, de verdad. Guardaré el secreto" —respondí, intimidado por su mirada.

Jean: "Bien, relájate. Todo estará bien."

Bella: "Sí, mi niño especial, mamá se encargará de todo" —dijo, volviendo a abrazarme.

Pan: "Pero hay una última cosa. Riuz, a partir de ahora tienes que tener mucho control sobre tus poderes."

Bella: "Exacto. ¿Sabes ese poder que usas, el que tiene un color rosado? Nunca lo uses con tus hermanas. No las toques con él y mantente alejado de ellas cuando lo uses."

Jean: "Sabemos que nunca les harías daño, pero ese poder tiene un efecto que no debe alcanzarlas."

Riuz: "¿Por qué?"

Bella: "Hmmm… porque, como dijimos, no están listas para ciertas cosas."

Riuz: "¿Pero yo sí lo estoy?"

Bella: "Sí…" —dudó un poco antes de responder.

Riuz: "Entonces, ¿soy mejor que mis hermanas? ¿Incluso mejor que Hermione?" —pregunté, con una expectación que ni siquiera entendía por qué sentía.

Jean: "No, no... bueno, sí, en ciertas cosas eres mucho mejor que tus hermanas." —dijo, intercambiando miradas con sus esposas— "Ellas no están preparadas para estas cosas como tú, así que, como buen hermano, debes protegerlas y mantenerlas alejadas de eso para evitar que se hagan daño. ¿Lo entiendes?"

Riuz: "Sí, no se preocupen. Protegeré a mis hermanas" —respondí con cierto orgullo, esbozando una sonrisa de superioridad.

Mis madres se miraron entre sí, suspirando, como si no estuvieran seguras de si esta primera charla había salido tan bien como esperaban. Pero al menos lo habían intentado. Me dejaron ir con mi nuevo y arrogante paso hacia el patio, mientras ellas seguían debatiendo este delicado asunto en privado.