12) Jean's love

Para cuando me di cuenta, ya estaba en la habitación, sentado sobre la cama, con mi madre a mi lado. Nos mirábamos a los ojos, y podía sentir su nerviosismo.

Jean: "Mira, Riuz... esto no es fácil para mí. Hace tiempo, jamás me habría imaginado estar en esta situación, pero la vida está llena de sorpresas, y es algo que debe hacerse." —Dijo esto mirando al frente, mientras acariciaba lentamente mi pierna, como si intentara calmarme, aunque sentía que en realidad trataba de calmarse a sí misma.

Escucharla me ponía ansioso, pero ya no tanto como antes. Sabía lo que iba a suceder en esta cama, lo que me confundía era la actitud de mis otras madres. ¿Estaban todas de acuerdo con esto? ¿O era algo solo de Jean que ellas aceptaban? ¿Esto es un sueño humedo del que aún no he despertado?

Jean: "Esto no es algo que quiera hacer... aunque me dijeron que me arrepentiría si no lo hago."

Riuz: "¿Quiénes te lo dijeron?"

Jean: "Eso no importa. Mira, eres un niño muy especial, con poderes únicos."

Al escuchar eso, miré mis manos. Ambas empezaban a emitir una luz rosada y celeste. Era consciente de ese poder, aunque mi memoria no estaba del todo clara. Sabía que era una habilidad única, algo que no había heredado ni pertenecía a este mundo... aunque no recordaba cómo la había obtenido.

Jean: "Sí, me refiero a eso," —dijo mirando mi poder con cierto miedo en los ojos.— "Tu poder es especial, pero te hará daño a largo plazo. Por eso tenemos que hacer esto. Si no lo hacemos, te lastimarás," —intentó explicarme.

La miré confuso. ¿Mi madre sabía algo sobre mi poder? ¿Qué quería decir con que me haría daño? Sentía que me estaba perdiendo de algo importante. ¿No habíamos venido aquí por algo sexual sino por algo completamente distinto? ¿Lo que imaginaba era un error? ¿Sería esto algún tipo de ritual para controlar mi poder antes de que se desate?

Jean: "Tranquilo, sé que da miedo, pero deja que mamá se encargue de todo. Pronto te sentirás bien, ya lo verás, no duele ni nada," —dijo en un tono calmante mientras me empujaba suavemente hacia la cama.

Vi como empezó a quitarse la ropa y quedé cautivado por esa imagen. No recordaba muchas oportunidades como esta donde vi el cuerpo desnudo de mi madre. Sus tetas firmes con sus suaves pezones, luego, apareció su coño con ese arbusto. Estaba tan absorto en la vista que di un pequeño grito de sorpresa cuando sentí como mi madre empezó a quitarme la ropa.

Jean: "Tranquilo"

Solo asentí un poco y colaboré, quedando rápidamente desnudo. Tuve el instinto natural de taparme frente a mi madre, quien parece querer hacer lo mismo, pero se contuvo.

Jean: "Bueno" —suspiró, juntando fuerzas antes de continuar. Se apoyó sobre la cama y me guio a mí junto a ella para que nuestras cabezas reposen en las almohadas— "Los hombres y las mujeres somos diferentes. Como vez yo tengo pechos" Dijo sujetándolos y levantándolos un poco.

Riuz: Lindos pechos.

Jean: "Jeje... eres adorable" —Respondió con sinceridad, viéndome con ojos de absoluto cariño— "Sigamos. Además de los pechos, tengo mi vagina, cubierto pro este pelo, llamado bello púbico, mientras que tú tienes un pene" —Dijo extendiendo su mano hacia ella y luego hacia mi pene.

Temblé al instante por la estimulación, parece que este cuerpo es extremadamente sensible debido a la inexperiencia. Mi pene también se puso duro sin problemas con el mas mínimo roce, por lo que mi madre, al verlo, decidió dejar la teoría para mas tarde y pasar a la práctica.

Empezó a jugar con mi pene con su mano, haciendo movimientos suaves con intenciones de no lastimarme. Así mismo, acerco su rostro al mío y me besó, con lengua desde el principio, dejándome completamente indefenso.

Fueron unos minutos... quisas solo unos segundos, donde no pude contener el placer que recibía y solté mi carga en la mano de mi madre. Ella separó nuestro beso al sentir mi jugo caliente en su mano, intercambiando miradas entre él y mi rostro de éxtasis.

Jean: "¿Ves esto?" —Me dijo, acercando su mano a mi rostro— "Esto es semen. Salió de tu pene porque te sentiste muy bien" —Quiso seguir con la clase, pero vio que yo no estaba en el estado mas consciente.

Viéndome perdido por el placer, ella sonrió débilmente, se limpió su mano en las sabanas y luego me abrazo para darme contención. Inconscientemente, respondí a su abrazo, apoyando mi cabeza entre sus pechos. Mi madre se acomodó en la cama, moviéndose de tal forma que ella estaba debajo y yo acostado en sima. Acariciando mi pelo lenta pero regularmente, y dándome algunos besos en mi cabeza de vez en cuando.

No solo estaba perdido por el éxtasis de mi clímax, sino por esta situación. El que mi madre me haya hecho una paja era demasiado excitante para ser verdad, bueno, en especial cuando tu madre es alguien tan hermosa y amorosa como ella. A pesar de no estar relacionados por sangre, yo la consideraba realmente mi madre, y eso lo hacía mas perverso y excitante.

Estaba tan metido en esto, que en el momento que me percaté del roce de mi pene contra la piel de mi madre, no pude evitar frotarme contra ella, o mejor dicho contra el arbusto de pelo que allí había. Era algo casi inconsciente, quería hacerlo, pero mi cuerpo reacciono antes que yo y ya lo estaba haciendo.

Mi madre notó que ya había salido de mi estupor, o casi, y ahora estaba restregando mi cuerpo con el de ella. Movió su mano hacia mi pene y lo sostuvo con delicadeza, moviéndolo un poco mas abajo.

Jean: "Déjame ayudarte. El pene de un chico va en la vagina de la chica" —Dijo lo mas calmada que pudo, preparandose para iniciar este acto pecaminoso.

Cuando sentí su abrazo húmedo y cálido, perdí lo poco que quedaba de razón. Mis caderas parecían tener vida propia y empezaron a moverse... o convulsionar. Fueron unos pocos empujones antes de acabar otra vez, pero esta vez, dentro de mi madre. Me tensé durante unos segundos antes relajar mi cuerpo, que ahora parecía gelatina, sobre el de mi madre... para que, poco después, comenzara a moverme otra vez.

Mi madre miraba mi rostro, con ojos nublados, sosteniéndome. Algo dentro de ella le gritaba que lo que estaba sucediendo estaba mal, pero otra estaba feliz por poder ayudar a su hijo. 

Yo me sentía como si tuviera fiebre, caliente e igual de mareado. No podía detenerme, seguía empujando mis caderas como si ese fuera mi única razón de existir. Mi pene en su coño y mi cara en sus tetas, este era el lugar donde debía estar. Ya no me importo lo que pasaría después, solo me importaba el ahora. 

Luego de haberme corrido varias veces antes, ahora podía durar un poco mas. Fui recuperándome de mi estado de éxtasis, así que tenía mas control sobre mí. Moví mi cabeza para poder succionar su pezón y usé mis rodillas para tener mejor posición que me dé mas margen de entrada y salida.

A los ojos de mi madre, yo estaba aprendiendo, por lo que ayudo posicionándose para que hiciera lo mejor que pudiera. Me abrazó y disfrutó de este extraño momento madre-hijo, mientras me felicitaba e incentivaba a que buscara sentirme bien.

No es que en realidad durara mucho mas, pero pasé de unos segundos a uno par de minutos, y para mí era una victoria. Luego de venirme otra vez, me separé de ella, ahogado por el calor de nuestros cuerpos. Miré su entrepierna y vi como el líquido blanco escurría de allí, lo que me puso duro una vez mas, solo que en esta ocasión noté algo. No es que tenga una resistencia infinita, sino que mis poderes estaban actuando instintivamente para reponer mis energías.

Ignorando por completo mi descubrimiento, solo podía poner mis ojos en ese hermoso valle con ojos hambrientos, pero luego vi a mi madre que seguía mirándome en un conflicto de emociones. Jean creía, por la imagen que di, que ella había convertido a su hijo en un pervertido, un depravado sexual. La comía la culpa, pero a la vez la aliviaba que las cosas iban como debían ser.

Ver a mi madre en ese estado me llenó de una sensación de angustia. Sentí un nudo en el corazón y, sin pensarlo, me aferré a su pierna flexionada, mirándola con una expresión de disculpa.

Riuz: "Perdón, mami."

Jean: "No te preocupes, cariño," —respondió con una sonrisa suave— "Me alegra que estés bien. Parece que te gustó. Esto es algo que algún día compartirás con alguien especial en tu vida, con alguien a quien ames profundamente. Solo espero que puedas entender qué hice lo que hice porque no había opción, y que algún día me perdones."

Riuz: "Jamás te perdonaré, porque no hay nada que perdonar, mamá. No me arrepiento de esto, es lo mejor que me ha pasado en la vida... segundo mejor, lo primero es que ustedes sean mi familia. Eso siempre será lo primero."

Jean: "Ohhhh, Riuz..." Se emocionó ante mis palabras, y con ternura me rodeó con sus brazos, acercándome a ella. "No sabes cuánto te amo."

Riuz: "¿Mamá?"

Jean: "¿Sí, cariño?"

Riuz: ¿Podemos hacerlo de nuevo? —Pregunté algo apenado, pero mi pequeño amigo ya estaba sufriendo por no recibir la atención adecuada.

Jean: Por supuesto, mi niño —Dijo sonriéndome al ver mi cara de aflicción, abriendo las piernas.

Ahora tenía mas control, por lo que no era una masa gelatinosa sobre el cuerpo de mi madre. Me posicioné de una forma adecuada y sujeté sus caderas con mis manos. Con su asentimiento como confirmación, me introduje dentro de ella una vez mas y no dudé ni un segundo en empezar a follarla con pasión y ferocidad.

Esto era la sensación mas genial de la vida, pero mientras me movía, me di cuenta de que mi madre me sonreía... pero nada mas. Los sonidos que podía escuchar eran mis propios jadeos, pero de mi madre, lo único que escuchaba eran sus palabras de aliento. Me di cuenta de que yo era el único que realmente estaba disfrutando esto. Tiene sentido, no solo mi pene es pequeño, sino que no estaba poniendo de mi parte para hacerla sentir bien.

Quería enmendar mi error, por lo que usé mis habilidades para hacer crecer mi pene a uno que pudiera estar por sobre el promedio, por el momento, pero esto alarmó a mi madre. Ella se sentó rápidamente y me sujetó.

Jean: "¡Detente, Riuz!"

Riuz: "¿Mamá?" dije, sorprendido por el tono de urgencia en su voz.

Jean: "Riuz, estabas usando tu magia para cambiar el tamaño de tu pipi."

Riuz: "¿Sí...?" respondí, con una mezcla de duda y vergüenza por su tono preocupado.

Jean: "No lo hagas, no quiero que cambies tu pene mientras tenemos sexo."

Riuz: "Pero..."

Jean: "Sin peros. Eres perfecto tal como estás. No cambies tu aspecto ni utilices tu magia para cambiar."

Riuz: "Está bien..." dije con un pequeño puchero, algo desilusionado.

El tamaño de mi pene era algo que me molestaba, el que mi madre no sintiera nada me frustraba. Sabía que cambiaría con el tiempo, pero me molestaba que no pudiera hacer nada al respecto por ahora... pero... aunque no podía modificar mi físico, recordé que tenía otras habilidades más allá de lo visible. Por lo que sabía y recordaba, tenía otro método.

Mis manos, que sostenían a mi madre, brillaron con una luz rosa y ella, casi instantáneamente, gimió con fuerza a la vez que sus paredes internas se contrajeron apretado mi pene. contrajeron aprentado mi pene.

Creí que finalmente todo iba a estar bien, pero mi madre me detuvo una vez más justo cuando parecía superar esa oleada de placer. Separó mis manos de su cuerpo con brusquedad.

Jean: "Riuz..." jadeó suavemente, aún recuperándose de la sensación. "No... no uses tu poder en mamá," —dijo, mirándome con una mezcla de reproche y preocupación.— "No está bien. Prométeme que no lo harás de nuevo."

Riuz: "Pero..." Ya sentía cómo las lágrimas comenzaban a llenar mis ojos, mi frustración era palpable. Me sentía completamente bloqueado, como si no pudiera hacer nada. "Entonces, ¿cómo puedo hacerte sentir bien?"

Jean: "¿Qué?" preguntó, visiblemente sorprendida por mi comentario.

Riuz: "Yo... yo me siento bien, pero tú no estás disfrutando nada..." Mis palabras salieron entre sollozos. Mis emociones parecían desbordarse, como si fueran incontrolables en ese momento.

Jean sabía exactamente lo que estaba sucediendo. Había hablado con aquellos seres misteriosos que se presentaron aquel día, y le explicaron que su deber no era solo asegurar mi satisfacción física, sino también la emocional. Durante esos momentos de intimidad, yo era extremadamente sensible y vulnerable. Necesitaba que la persona que me acompañara tuviera la paciencia y la sabiduría para confortarme y protegerme hasta que lograra estabilizarme por completo.

Jean: "Mi niño, no tienes que preocuparte por eso."

Riuz: "Pero..."

Jean: "Sin peros," —dijo suavemente, apretando mis mejillas con cariño—. "No estoy aquí para disfrutar yo, estamos aquí por ti." —Hizo una pausa y me miró con una sonrisa.— "Además, no estás teniendo en cuenta algo muy importante."

Riuz: "¿Qué?" respondí con dificultad por tener los cachetes apretados.

Jean: "Que sí me haces disfrutar, y mucho. Cada vez que tú te sientes bien, yo también me siento increíble. Verte feliz, con esa expresión de goce, llena mi corazón por completo. ¡Haces unas caritas tan lindas y graciosas que me derrites de ternura y amor!" —añadió, soltando una pequeña risa.— "Este momento quizá no sea el más fácil, pero me ha permitido ver tanto de ti que no puedo decir que sea malo... de hecho, lo considero uno muy hermoso."

Riuz: "¿Tan bueno como lo que haces con mamá Pan y mamá Bella?" —pregunté de manera inocente.

Jean: —Se quedó helada un instante.— "¿Qué...? ¿Tú sabes sobre eso?" —preguntó, claramente nerviosa.

Riuz: "Lo deduje... ahora que lo pienso, ustedes hacen muchas cosas de adultos muy seguido."

Jean: "Bueno... sí, jeje... es normal. Son mis esposas, como te dije antes, es algo natural entre nosotras."

Riuz: "Entonces, lo que haces conmigo es un poco parecido a lo que haces con ellas. ¿Te hago sentir cosas igual de buenas?"

Jean: "Si... no... es... diferente," —respondió con cierta incomodidad.— "No es algo de lo que debamos hablar ahora. Y no se trata de qué es mejor o peor, son cosas distintas, y las disfruto de maneras diferentes. Ambos momentos son especiales a su manera."

Riuz: "Entonces no..." susurré, sintiendo una mezcla de enojo y tristeza. Sabía que no debía compararme, pero aún así, el saberlo me dolía.

Mi madre notó de inmediato mi cambio de ánimo. No quería mentirme, pero tampoco deseaba verme así. Por lo que, con infinita sabiduría, decidió seguir con el plan B para distraerme.

Me levantó hacia ella y metió su lengua en mi boca, usando su mano para empezar a masturbar mi pene una vez mas. Intenté resistirme un poco porque no tenía ánimos para esto, aunque mi pene pedía a gritos el toque de Jean. Pero en ese momento, mi madre separo sus labios y se acercó a mi oreja para susurrarme.

Jean: "Te amo mi Riuz, yo... quiero que metas tu pene dentro de mí, me gusta saber que estás dentro de mama"

Casi perdí toda racionalidad al escuchar esto, mi pene ya duro parecía aumentar aún mas de tamaño por el exceso de sangre allí. Me empecé a restregar contra Jean sin poder contenerme y riéndose, volvió a acomodarme para que pudiera entrar sin problemas. Así, comencé a penetrarla una vez mas con gran emoción.

Jean: 'Es igual que Bella, se pone cachondo con las mismas palabras' Se dijo internamente mientras se reía.

No recuerdo cuanto mas cogimos esa noche, creo que me habré venido dos o tres veces mas después de escuchar esas palabras. O sea, que debieron ser entre 15 y 20 minutos. Lo único que se es que termine exhausto, me sentía vaciado, pero al mismo tiempo muy cómodo, porque estaba recostado en los pechos de mi madre.

Jean me abrazó y, al notar que estaba profundamente dormido, nos cubrió con la manta. Su mano acariciaba suavemente mi cabello mientras reflexionaba sobre lo que había sucedido. Sabía que había cruzado una línea, pero no dudaría en volver a cruzarla y muchas más si eso significaba mantener a su niño a salvo. Su pequeño y adorable hijo, que hacía las expresiones más tiernas caundo se corria y emitía sonidos encantadores mientras follaba. Se lamentó de no tener una cámara para capturar aquel momento; era un poco retorcido, pero sabía que sería un recuerdo que guardaría para siempre.Sí, no tuvo orgasmos como cuando tiene sexo con sus esposas, pero fue una gran experiencia que pocas madres tendrán en sus vidas. Se lamentó de no tener una cámara para capturar aquel momento; era un poco retorcido, pero sabía que sería un recuerdo que guardaría para siempre.

En ese instante, sobre la mesita de noche al lado de la cama, apareció una cámara de video de la nada. Junto a ella, había una nota.

[No te preocupes, lo tenemos todo grabado desde todos los ángulos, incluso lo que pasaba internamente. Bien hecho, chica. Y por cierto, sí, es adorable.]

Jean se congeló al recordar que nunca estaban realmente solos, que todo lo que hacían estaba siendo observado. No sabía cómo sentirse, o si debía quejarse, pero decidió dejarlo pasar. Lo que había hecho superó muchas barreras, y la presencia de un público no cambiaría las cosas. Al menos ahora tenía la grabación para compartirla con Pan y Bella.