—¡Genial! —exclamó ella, sin perder un segundo—. Puedes sentarte conmigo si quieres. Este lugar puede ser un poco caótico al principio, pero te acostumbrarás.
Jake asintió, agradecido. Mientras tomaba asiento junto a Sophia, notó que ella era bastante habladora, pero en lugar de molestarlo, su entusiasmo le resultaba contagioso. Durante la clase, intercambiaron bromas y comentarios sarcásticos, lo que hizo que el tiempo pasara rápidamente.
—¿Sabes? —dijo Sophia mientras caminaban juntos por el pasillo después de la última clase—. Esta escuela puede ser un poco loca, pero estoy segura de que te irá bien aquí.
Jake sonrió.
—Lo intentaré. Pero si veo algo raro, te lo haré saber. Y créeme, tengo un radar para lo raro.
Sophia se rió, golpeándole el hombro juguetonamente.
—Trato hecho, nuevo amigo.
Después de la escuela, Jake regresó a casa. La rutina seguía con su entrenamiento en el dojo de Kenjutsu. El maestro Hiroshi lo esperaba, como siempre, con una calma y seriedad que contrarrestaban el bullicio de su día escolar.
—Jake —dijo Hiroshi mientras ajustaba su postura—. Recuerda que la Energía Estelar no es solo para luchar. Es una extensión de tu voluntad y tu espíritu. Debes aprender a controlarla no solo con tu cuerpo, sino también con tu mente y corazón.
Jake asintió, concentrándose en el flujo de energía que recorría su cuerpo. Cada sesión era una batalla interna para dominar la fuerza que ardía dentro de él, pero también una meditación que le permitía encontrar paz en medio del caos.
Después del entrenamiento, Jake se dejó caer en su cama, agotado pero satisfecho. Miró al techo, recordando el día que había tenido. Estaba claro que la Academia Altamira sería un desafío, pero también un lugar donde podría crecer y quizás, solo quizás, encontrar su lugar en el mundo.
Este será un viaje interesante, pensó mientras cerraba los ojos, dejándose llevar por el sueño.
Al llegar a la Academia Altamira, un edificio moderno y vibrante, Jake se sintió un poco fuera de lugar entre los estudiantes que corrían por los pasillos. Era su primer día como primíparo, y aunque estaba ansioso, su determinación era mayor. En medio de la confusión de su primer día, Jake se encontró con una situación incómoda en el pasillo.
Y al día siguiente,
Jake se dirigía a su primera clase cuando notó un grupo de chicos mayores rodeando a un niño que parecía completamente intimidado. Los abusones estaban claramente disfrutando de la situación, riéndose y haciendo comentarios despectivos.
—¿Qué tienes ahí, novato? —dijo uno de los chicos mayores con una sonrisa burlona—. ¿Tienes alguna idea de dónde estás?
Jake, desde una distancia prudente, observó cómo el grupo se reía mientras el niño parecía casi a punto de llorar. No puedo dejar que esto siga así, pensó Jake. Decidió intervenir de una manera que reflejara su carácter tranquilo y su inteligencia.
Se acercó con calma, sin demostrar enojo, pero con una firmeza que captó la atención de los abusones. Sus pasos eran suaves y su expresión inmutable, lo que contrastaba con el caos que se desarrollaba a su alrededor.
—¡Ey, chicos! —dijo Jake, su voz era clara y relajada, pero con un matiz de autoridad—. ¿Puedo preguntar qué está pasando aquí?
El grupo de chicos mayores se volvió hacia él, sorprendidos por su presencia. Jake, manteniendo su actitud serena, continuó.
—Parece que están pasando un mal rato. La escuela es para aprender y crecer, no para intimidar a otros. —Se inclinó hacia el niño asustado, quien lo miró con una mezcla de esperanza y alivio—. Creo que todos aquí merecen un poco de respeto, ¿no?
Los chicos mayores intercambiaron miradas nerviosas. El líder del grupo, un adolescente alto con una chaqueta de cuero que usaba sobre su uniforme frunció el ceño.
—¿Y tú quién eres para decirnos eso? —preguntó con un tono desafiante.
Jake sonrió suavemente, sin perder la calma. —Solo un compañero que cree en el respeto mutuo. Si les interesa, podría ayudar a resolver esta situación sin más problemas.
El grupo de abusones, claramente incómodos con la actitud tranquila pero directa de Jake, comenzó a murmurar entre ellos. El líder del grupo intentó mantener la compostura, pero su confianza estaba disminuyendo.
—Mira, no estamos buscando peleas —dijo el líder, dando un paso hacia atrás—. Solo estábamos bromeando.
Jake asintió, sin dejar de sonreír amablemente. —Entonces, tal vez es hora de que dejemos este asunto. Todos podemos disfrutar de la escuela sin hacerle la vida miserable a los demás.
Finalmente, los abusones se retiraron, lanzando miradas resentidas hacia Jake mientras se alejaban. El niño asustado, aún tembloroso, pero claramente aliviado, se acercó a Jake con gratitud.
—Gracias, no sabía qué hacer —dijo el niño con voz baja.
Jake se agachó a su altura y le dio una sonrisa cálida. —No es nada. Solo recuerda que todos merecen ser tratados con respeto. Vamos a encontrar tu aula, ¿te parece?
Mientras caminaban hacia el aula, Sophia Johnson, una chica con una risa contagiosa y una actitud amistosa, se unió a ellos. Había observado desde una distancia y, al ver lo que había pasado, se acercó con curiosidad.
—¿Cómo lo hiciste? —preguntó Sophia, mirando a Jake con admiración.
Jake se encogió de hombros, tratando de restarle importancia a su intervención. —Solo hice lo que creí que era lo correcto. No es nada especial.
Sophia rio y sacudió la cabeza. —Eres más valiente de lo que pareces. No sé si hubiera tenido el coraje de enfrentar a esos chicos.
Jake sonrió, sintiéndose un poco más cómodo con su nueva amiga. —Bueno, todos tenemos que hacer nuestra parte para que la escuela sea un lugar mejor.
Época Astral, Año 7635 – Día 28 del Cuarto Ciclo
El sol se había ocultado tras el horizonte, dejando a Solaria en una penumbra suave que iluminaba los rincones de la preparatoria de Altamira con un resplandor anaranjado. Jake caminaba con Sophia hacia el viejo edificio en el rincón del campus, su mente llena de pensamientos sobre el extraño club de ocultismo.
—Aquí estamos —dijo Sophia en voz baja, señalando una puerta de madera antigua y algo deteriorada—. Es el lugar donde se reúnen.
Jake asintió, observando el edificio con una mezcla de curiosidad y cautela. Si hay algo relacionado con la energía estelar, es mejor no precipitarse.
Se escondieron detrás de unos arbustos cercanos y espiaron a través de una ventana rota. Dentro, el club de ocultismo estaba en plena sesión. Los miembros, todos adolescentes vestidos con túnicas improvisadas, estaban rodeados de velas y murmuraban en un lenguaje que parecía más inventado que real.
—¡Ahora, concentrémonos en el poder de la luna! —exclamó uno de ellos, moviendo las manos de manera exagerada sobre un círculo dibujado en el suelo.
Jake observó con atención. Esto no parece peligroso en sí mismo, pero definitivamente están jugando con algo que no comprenden. No puedo permitir que avancen sin supervisión.
Sophia miró a Jake, con los ojos llenos de una mezcla de fascinación y preocupación. —¿Qué opinas? ¿Es esto lo que crees que podría estar relacionado con la energía estelar?
Jake frunció el ceño, pensando en cómo explicar la situación. —Lo que están haciendo no es exactamente lo que yo practico, pero sí hay un paralelismo en el sentido de que están intentando manipular una fuerza que no entienden del todo. La energía estelar es algo que requiere mucho más control y conocimiento que esto.
Sophia asintió, comprendiendo. —Entonces, ¿qué hacemos ahora?
Jake se tomó un momento para considerar su respuesta. —No podemos simplemente interrumpirlos. Están en su propio espacio y no parecen hacer nada realmente peligroso, al menos por ahora. Lo mejor es seguir observando y ver si surge algún problema.